Muchas mascotas exóticas sufren o mueren en tránsito

Los expertos advierten que los animales que pertenecen al mercado de mascotas, usualmente enviados por docenas en una única caja, son sometidos a condiciones que van en contra del bienestar animal.

Por Rachel Nuwer
Publicado 10 mar 2021, 24:00 GMT-3, Actualizado 10 mar 2021, 15:53 GMT-3
Muchos reptiles que se venden como mascotas, como estos en la exposición de mascotas de California, ...

Muchos reptiles que se venden como mascotas, como estos en la exposición de mascotas de California, se crían en cautiverio mientras que otros son capturados en su hábitat natural. Los animales que no se compran en persona en una exposición o en una tienda deben enviarse por correo a su nuevo propietario, pero los defensores de los animales señalan que las normas que buscan asegurar el traslado en condiciones humanas de animales vivos son inadecuadas.

Fotografía de MediaNews Group/Orange County Register, Getty Images

Las ranas muertas de las islas Salomón, un archipiélago remoto en el Pacífico Sur, marcaron el rumbo de cómo Estados Unidos hace cumplir las protecciones respecto del bienestar animal. Y no de la mejor manera, señalan los expertos. 

Fue en 1995, en el aeropuerto internacional John F. Kennedy de la Ciudad de Nueva York, que un inspector de vida silvestre fue llamado para revisar un cargamento de animales que había llegado. Cuando abrió una de las cajas de madera, lo primero que vio fueron lagartos. Se veían saludables.

Pero, en otro compartimento, halló varias docenas de ranas muertas y moribundas “aplastadas unas con otras”. El compartimento no tenía agua o esponjas humedecidas para mantenerlas hidratadas; tampoco se las había separado para prevenir lesiones. “No era la manera normal de trasladar ranas", informó más tarde el inspector.

Según el expediente judicial, el importador, Bronx Reptiles, Inc., era un comerciante mayorista de animales que transportaba animales vivos de todo el mundo a Estados Unidos dos veces por semana. La empresa ya había recibido tres notificaciones civiles de U.S. Fish and Wildlife Service (Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos) por realizar transporte de animales en condiciones inhumanas e inadecuadas.

Esta vez, el gobierno lo llevó al fuero penal. Bruce Edelman, propietario de Bronx Reptiles, fue hallado culpable y sentenciado a cinco años de prisión en libertad condicional y una multa de 10.000 dólares estadounidenses.

En la apelación, sus abogados argumentaron que no importó a los animales en condiciones precarias a sabiendas y, por lo tanto, no podía ser responsable. El tribunal revocó la decisión y lo declararon inocente.

Aunque esto sucedió hace más de dos décadas, continúa teniendo un efecto paralizador en los intentos del sistema judicial por combatir el tratamiento inhumano de la vida silvestre importada. La vocera del U.S. Department of Justice (Departamento de Justicia de Estados Unidos), Danielle Nichols, señala que no está al tanto de ningún procesamiento desde el fracaso del caso de Bronx Reptiles.

La falta de consecuencias legales por el trato inhumano a los animales exóticos ha ayudado a crear una industria en la que "el sufrimiento y el abuso animal, y la codicia humana detrás constituye" la norma, explica Clifford Warwick, biólogo de reptiles independiente y especialista en bienestar animal.

Tradicionalmente, los científicos, los conservacionistas y los formuladores de políticas no se han manifestado respecto del bienestar animal en el mercado de vida silvestre porque han priorizado la protección de las especies y los ecosistemas por encima del bienestar de los animales individuales. Pero ahora, un creciente número de investigadores ha comenzado a pedir que el bienestar animal se convierta en una prioridad de conservación.

Estados Unidos importó 3,24 mil millones de animales vivos desde el año 2000 hasta el 2014 según un informe de 2020 en Scientific Data. La documentación de los traslados indica que aproximadamente la mitad provino de su hábitat natural y casi todos estaban destinados a fines comerciales, muy probablemente al mercado de mascotas, según los autores del estudio.

Estados Unidos, como el importador más grande del mundo de animales salvajes como mascotas, debería fijar los estándares para el trato humano en el mercado de mascotas exóticas, pero, hasta ahora, no lo ha hecho, menciona Warwick. (Indica que espera que la Unión Europea haga lo mismo, ya que importa casi tantos animales exóticos como Estados Unidos). Las normas deficientes, los pocos inspectores de vida silvestre y la dificultad de enjuiciar a los infractores implica que es probable que estos últimos queden impunes.

Hay razones prácticas para que los conservacionistas y los formuladores de políticas se preocupen por el bienestar animal: cuantos más animales mueran en el mercado por el mal trato, más serán capturados en su hábitat natural para mantener las reservas, explica Nitin Sekar, biólogo de conservación de la organización sin fines de lucro World Wildlife Fund-India y coautor de un estudio publicado en Science que argumenta que los conservacionistas deberían esforzarse para minimizar el sufrimiento. 
Y señala que, independientemente de cuán bien o mal le esté yendo a los animales en su hábitat natural, los seres humanos tienen una responsabilidad ética de no causar daño.

Del bosque a las cajas

Ya sea que estemos hablamos de animales capturados en su hábitat o criados en cautiverio, los comerciantes de animales vivos proveen animales a las tiendas de animales, a los comerciantes mayoristas, a los zoológicos y a las instalaciones de investigación biomédica, desde peces tropicales a mamíferos exóticos. La importación y exportación internacional de ciertas especies en riesgo se encuentra regulada por Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora, CITES, (Convención de Comercio Internacional de Especies en Peligro), un tratado mundial que no engloba a la mayoría de las especies.  

Los animales capturados en estado salvaje se enfrentan a un estrés extra ya que viajan por caminos pedregosos en bolsas en motocicletas o amontonados en cajas en los maleteros de los automóviles mientras pasan de mano en mano: del cazador al intermediario y luego al exportador. En el trayecto, tal vez no tengan suficiente comida o agua y, a menudo, entran en contacto con otros animales capturados, lo que aumenta el riesgo de propagación de enfermedades y la posible emergencia de zoonosis nuevas que podrían trasladarse a los seres humanos, explica Warwick.

Según un informe de 2012 de la organización sin fines de lucro Defenders of Wildlife (Defensores de vida silvestre), en la industria de los acuarios, que toma hasta 41,5 millones de animales de la naturaleza cada año, la mortalidad puede variar de menos del 5 por ciento a más del 90 por ciento dependiendo de la especie. Los peces de arrecife de coral suelen quedar atónitos con el cianuro o se los fuerza a subir a la superficie con explosiones para que sean más fáciles de recolectar.

Las aves también están en peligro. Antes de 1992, cuando Estados Unidos prohibió la importación de muchas aves capturadas en su hábitat natural, los conservacionistas estimaron que, por las 700.000 especies salvajes de aves que ingresaban al país por año, 3,5 millones más morían. No hay pruebas de que la situación haya mejorado en los países que continúan comerciando aves capturadas en su hábitat natural, cuenta Teresa Telecky, vicepresidenta de vida silvestre de Humane Society International.

Uno de los casos más atroces que destacó la necesidad de un cambio se dio en 2009 cuando las autoridades allanaron a U.S. Global Exotics, un mayorista de vida silvestre en Arlington, Texas. Según un informe de 2014, en el allanamiento que se dio luego de una investigación encubierta de siete meses realizada por People for the Ethical Treatment of Animals, PETA, (Personas por el tratamiento ético de los animales), hallaron más de 26.400 animales de 171 especies, aproximadamente el 80 por ciento de ellos “gravemente enfermos, lastimados o hasta muertos".

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    Decenas de miles de iguanas verdes se importan a Estados Unidos cada año para venderse como mascotas. El volumen de animales vivos que llegan a Estados Unidos hace que los inspectores del país no puedan confirmar si la mayoría de los cargamentos cumple con las normas vigentes y las pautas de transporte por aire para el tratamiento humano.

    Fotografía de J. Pat Carter, AP Photo

    La instalación se cerró, pero Jasen Shaw, el propietario de la empresa, logró lo que Daphna Nachiminovitch, vicepresidenta sénior de investigaciones por crueldad de PETA, denominó "una negociación patética de la condena". Pagó una multa de 15.000 dólares estadounidenses y no se le prohibió comerciar con vida silvestre.

    Revisando el caso, los investigadores calcularon que, cada semana, la empresa se deshacía de 3.500 animales muertos o moribundos, lo que alcanzaba una tasa de mortalidad del 72 por ciento cada seis semanas. Durante el proceso judicial municipal, un testigo citó un estudio que sugería que el 70 por ciento de todos los reptiles en el mercado de mascotas fallecía antes de llegar a su destino final.

    Según Warwick, que trabajó en el caso, no hay pruebas de que las tasas de mortalidad de la industria hayan mejorado en la década que le siguió al fracaso contra U.S. Global Exotics.

    Telecky es aún más incisiva. "Aquellos que forman parte de la industria de animales vivos están quedando impunes de asesinato", afirma.

    Dichos reclamos han sido contestados por Bob Likins, vicepresidente de relaciones gubernamentales de Pet Industry Joint Advisory Council, PIJAC, (Consejo de asesoría para la industria de las mascotas), la asociación de comercio de mascotas más grande del mundo. "El comercio de mascotas exóticas y la comunidad responsable del cuidado de las mascotas como un todo están comprometidos con asegurar la salud y el bienestar de los animales a nuestro cuidado", argumenta. "Seguiremos trabajando con quienes se encargan de cumplir la ley para identificar y hacernos cargo de cualquier prueba que manifieste un problema".

    Aunque a escala nacional y global, el problema es difícil de solucionar porque es difícil de definir. Muchos críticos de la industria señalan que nadie sabe qué porcentaje de animales muere antes de ser exportado desde su país de origen y tampoco se sabe cuántos mueren de manera prematura en los hogares privados, ya sea por falta de cuidados apropiados o por no ser aptos para la vida en cautiverio.

    "Es una caja negra", indica Sandra Altherr, cofundadora de Pro Wildlife, una organización de conservación alemana.

    La presencia de parásitos

    El puerto de Los Ángeles, que cuenta con siete aeropuertos y puertos marítimos, tiene más movimiento de vida silvestre que cualquier otro puerto del país. Sin embargo, en 2020, U.S. Fish and Wildlife Service tenía solo seis inspectores asignados en el lugar.

    "No podemos abarcar todo", se justifica Joseph Ventura, uno de los seis inspectores.

    Dados los límites logísticos, usualmente pueden perseguir solo los casos más extremos, cuenta Ventura. "Se da por sentado que, a menudo, los animales no gozan de las mejores condiciones de salud", agrega. "Es algo que tendemos a aceptar".

    También hay limitaciones legales. En la década del 2000. cuando Jonathan Kolby trabajaba como inspector en el puerto de Newark, Nueva Jersey, los cargamentos de África dirigidos a un comerciante de mascotas estadounidense llegaron con reptiles infectados con garrapatas y otros parásitos. Kolby señala que estaba preocupado por la salud de los animales y temía que las garrapatas pudieran ingresar enfermedades al país. Pero tuvo que liberar los cargamentos porque no tenía fundamento legal para secuestrarlos o demorarlos. 

    CITES, el tratado sobre comercio de vida silvestre, exige que los cargamentos de ciertos animales vivos minimicen los daños o el trato cruel, pero sus normas solo se aplican al transporte, no a cómo se capturan los animales, se almacenan o se alojan finalmente, explica Sue Lieberman, vicepresidenta de política internacional de la organización no gubernamental Wildlife Conservation Society.

    Se supone que las especies abarcadas por el tratado se trasladan conforme a las casi 500 páginas de normas esbozadas por International Air Transport Association, IATA (Asociación Internacional de Transporte Aéreo), a la que pertenecen 290 aerolíneas. Detallan todo, desde camillas de nylon personalizadas con recortes para aletas para transportar belugas hasta suelos antideslizantes para usar en las cajas de los flamencos. Telecky de Humane Society expresa que las normas parecen estar bien, pero no tienen fuerza de ley.

    "Los estándares son muy muy buenos", señala Telecky. "Si se implementaran, el mundo sería un lugar mejor para los animales que son comerciados".

    Las normas federales brindan protección respecto de algunos tratos humanos cuando los animales ingresan en suelo estadounidense, pero miles de reptiles, anfibios, peces e invertebrados no están cubiertos, afirman los críticos. Una ley denominada Lacey convierte a cualquier persona que importe vida silvestre en “condiciones inhumanas e insalubres” a sabiendas en sujeto de un delito menor, pero el Gobierno ha especificado que dichas condiciones se aplican solo a mamíferos y a aves.

    Los inspectores afirman que identificar reptiles y anfibios que sufren puede ser difícil porque generalmente no muestran los mismos síntomas de estrés y enfermedades que los mamíferos, como queja, llanto o sufrimiento mediante expresiones faciales.

    Estas niñas observan una pitón de alfombra en una exposición de mascotas en California. Como los reptiles no suelen mostrar los mismos signos de dolor y enfermedad que los mamíferos, puede ser difícil para quienes no son expertos identificar si están sufriendo.

    Fotografía de MediaNews Group/Orange County Register, Getty Images

    "¿Cómo un inspector puede decir que los animales están ‘demasiado enfermos’ o no se encuentran bien y así tomar algún tipo de medida?", señala Kolby, que trabaja como asesor de comercio de vida silvestre. Explica que nunca recibió ningún tipo de entrenamiento para realizar dichas evaluaciones. "Esta cuestión solía ser una piedra en mi zapato con algunos límites poco claros para la aplicación de la ley", analiza.   

    Cuando los inspectores se encuentran con un cargamento que claramente requiere de alguna medida, como animales lastimados o muertos, pueden poner multas, explica Ventura.

    Aunque, usualmente, ahí es donde finaliza la aplicación de la ley. Haciendo referencia al caso de Bronx Reptiles, Bruce Weissgold, asesor independiente de comercio de vida silvestre, señala que los fiscales que buscaron perseguir dichos incidentes "no han tenido éxito en llevar el caso a buen puerto y esto los ha cansado y no quieren perseguir casos nuevos".  

    "La industria de las mascotas es muy poderosa"

    En búsqueda de actualizar las normas para proteger a millones de animales importados, a mediados de la década de 1990, Fish and Wildlife Service redactó reglas para definir principios para el transporte humano de reptiles y anfibios. Weissgold, que en ese entonces era especialista en políticas de comercio de vida silvestre en el servicio, fue parte de la iniciativa.

    Participó también un grupo de interesados tanto de dentro como de fuera del Gobierno y, finalmente, acordaron un nuevo grupo de pautas, señala Weissgold. Y agrega que, antes de que el proceso para adoptar legalmente las normas comience, la industria de las mascotas empezó a rechazar las medidas detrás de escena y presionó a los funcionarios para que no adopten los cambios. Los miembros del Consejo de asesoría para la industria de las mascotas también emprendieron una campaña de cartas escritas para protestar contra los cambios. Y, finalmente, Fish and Wildlife Service desistió de la iniciativa.

    "El Consejo no quería normas porque los importadores no las querían, y los importadores no las querían porque aumentarían el costo del transporte de animales", señala Weissgold. "Creyeron que aumentar el precio de los animales para cubrir los costos alejaría a los consumidores regulares de las tiendas de mascotas".

    Telecky, que estuvo presente en las reuniones, también recuerda esta situación. "La industria de mascotas es muy poderosa en todo esto", cuenta. 

    Cuando se le pidió que se exprese al respecto, Likins del Consejo de asesoría para la industria de las mascotas señaló que "no existe documentación histórica que le permita comentar sobre la mentalidad o las acciones del personal o los socios del Consejo de hace 25 años atrás".

    En 1997, International Air Transport Association terminó adoptando pautas similares a aquellas elaboradas por el servicio, pero, Ventura señala que, sin normas federales, "no hay nada que podamos hacer si [un importador] dice ‘No, no voy a cumplir’”.

    No obstante, la mayoría de los comerciantes de reptiles en Estados Unidos (al menos, aquellos cuyos envíos llegan a Los Ángeles) cumplen voluntariamente, agrega.

    El Gobierno sigue interesado en crear normas que aseguren el correcto transporte humano de reptiles y anfibios, pero hay otras prioridades que simplemente prevalecen, explica Frank Kohn, biólogo del servicio que se especializa en CITES.

    "Intereses arraigados"  

    Muchos conservacionistas y formuladores de políticas recién se están dando cuenta de estos desafíos, pero el biólogo de conservación Sekar indica que la tendencia va en la dirección correcta. Mientras crece la evidencia científica que demuestra que los animales piensan y sienten, también crece la petición pública de mejorar el bienestar animal.

    No obstante, señala que no hay suficientes vendedores y compradores de mascotas exóticas que piensen en esto. Los comerciantes se centran en las ganancias, que podrían reducirse si se impusieran estándares altos de bienestar animal, explica Sekar. Y la mayoría de los consumidores no piensan en cómo esa serpiente o pez que están comprando llegó a la tienda de mascotas o si el animal estaría mejor en su hábitat natural.

    "Así como los mercados no necesariamente contabilizan el daño hecho al clima o a los trabajadores, tampoco velan automáticamente por el bienestar de los animales individuales", señala Sekar. "Cualquier iniciativa para fijar estándares que salvaguarden la calidad de vida del animal requerirá mucha presión política y tiene que, de alguna manera, abordar los intereses arraigados de los negocios que se benefician del modelo actual".

    Los representantes de la industria de mascotas insisten en que están a favor de dichos estándares. "Queremos un trato humano y buenas prácticas científicas y veterinarias", señala el abogado Marshall Meyers, que participa en Live Animals Board Advisory Panel (Panel de consultoría y asesoría de animales vivos) y dejó el Consejo de asesoría para la industria de las mascotas en 2010 luego de más de 30 años como vicepresidente ejecutivo y consejero general. "No nos hemos opuesto a las normas mientras estas estuvieron fundamentadas en información válida".

    Pero, hasta ahora, ha faltado voluntad política en Estados Unidos, señala Weissgold. "En mi opinión, se reduce a miedo a la controversia, falta de imaginación, deficiente colaboración entre asuntos internacionales y los programas de aplicación de la ley, y fuerte carga de trabajo en otras áreas", argumenta.

    Lieberman señala que Wildlife Conservation Society y otros grupos no gubernamentales han recomendado al equipo de transición del presidente Joe Biden que trabaje para mejorar la cooperación internacional en los asuntos relacionados con el comercio de vida silvestre, en especial porque regular el comercio de animales vivos es importante para la prevención de una pandemia.

    "Estados Unidos se ha apartado del multilateralismo en muchos frentes y este es uno de los varios asuntos que apuntan a una necesidad crítica de una mayor colaboración entre gobiernos", agrega Lieberman.

    Si Estados Unidos y otros países se comprometieran a reformar el mercado de vida silvestre viva, Warwick y otros sugieren que el mercado esté permitido solo para especies en una "lista positiva", animales para los que haya abundante evidencia científica de que pueden ser comerciados de manera segura, sustentable y sin daño o sufrimiento.  

    Los Países Bajos y Bélgica ya han implementado listas positivas de mamíferos exóticos que pueden servir como mascotas, y Altherr y otros están pidiéndole a la Unión Europea que utilice el mismo enfoque para todas las mascotas exóticas. "No deberíamos permitir que todos los animales que quepan en una jaula o pecera puedan convertirse en mascotas", indica Altherr.

    En este momento, Estados Unidos no está evaluando ninguna lista positiva, pero los propios consumidores pueden hacer la diferencia, advierte Telecky. Alienta a aquellos que compran mascotas exóticas a que pregunten si fueron criadas en cautiverio o capturadas en su hábitat natural.

    "Si te preocupa el bienestar animal, te preocupa la conservación, entonces no compres un animal salvaje", reflexiona.

    Wildlife Watch es un proyecto de investigación periodística entre National Geographic Society y National Geographic Partners que se enfoca en delitos y explotaciones contra la fauna y flora silvestre. 

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