Estas mujeres desvelaron los misterios del fondo del mar

En una expedición de récord en la década de 1930, un grupo compuesto por una científica, una artista y una investigadora contribuyó a definir las ciencias del mar.

Por Nina Strochlic
Publicado 5 mar 2020, 10:05 GMT-3
En la década de 1930 se llevó a cabo la expedición tripulada más audaz para explorar ...
En la década de 1930 se llevó a cabo la expedición tripulada más audaz para explorar el fondo del mar en un artilugio de acero llamado batisfera. En la foto, la oficial técnica Gloria Hollister Anable inspecciona la nave tras su llegada a Saint George, en las Bermudas. Anable estaba a cargo de mantener una línea de comunicación constante con la tripulación conforme descendían bajo el agua.
Fotografía de John Tee-Van, Nat Geo Image Collection

En 1930, los exploradores submarinos William Beebe y Otis Barton descendieron a las profundidades del océano Atlántico cerca de las Bermudas en un orbe de acero diminuto llamado batisfera. Fue la primera incursión seria en la exploración tripulada del fondo del mar y pronto sería una noticia internacional.

"Tras sumergirnos 400 metros bajo el mar, admiramos un mundo completamente nuevo para los ojos humanos, tan extraño como un paisaje marciano", escribió William Beebe (izq.) sobre sus viajes submarinos con Otis Barton (dcha.).
Fotografía de William Beebe, Nat Geo Image Collection
Desde cientos de metros de profundidad, William Beebe describía lo que veía por teléfono a Gloria Hollister Anable (que vemos a la derecha, en la sede de la batisfera en las Bermudas). A bordo del barco, Jocelyn Crane Griffin (centro) ayudaba a identificar a la fauna marina. Más adelante, Else Bostelmann (junto a la puerta) realizaría dibujos fantasiosos de las criaturas.
Fotografía de John Tee-Van, Nat Geo Image Collection

El universo de vida que observaron, según escribió Beebe en un reportaje de 1931 de National Geographic, era "casi tan desconocido como el de Marte o Venus". Añadió que la oceanografía moderna sabía tanto sobre el fondo del mar como si un estudiante de animales africanos estudiara roedores, pero aún no supiera que hay elefantes y leones vagando en estado silvestre.

Sobre el agua, un equipo de científicas garantizó que este nuevo artilugio funcionara sin problemas. Desde la cubierta del barco, la ayudante de laboratorio Jocelyn Crane Griffin ayudó a identificar la fauna marina. Al teléfono estaba Gloria Hollister Anable, técnica principal del Departamento de Investigación Tropical en la actual Wildlife Conservation Society, que apoyó la misión. Esta conexión telefónica, por un cable que iba desde la nave al barco, era la única línea entre Beebe y el mundo exterior, y nunca debía quedarse en silencio. (En una foto, la vemos sentada sobre una caja de madera con los cascos puestos y el pie de foto reza: "Cuando se interrumpió la comunicación, no tenía forma de saber si se había debido a las interferencias o a un accidente mortal".)

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    Else Bostelmann dio vida a criaturas nunca vistas del fondo marino con sus dibujos. En este dibujo, una anguila captura a otro pez.
    Fotografía de Else Bostelmann, Nat Geo Image Collection
    Else Bostelmann dio vida a criaturas nunca vistas del fondo marino con sus dibujos. En este dibujo, una anguila sin cola nada entre gusanos flecha de color escarlata.
    Fotografía de Else Bostelmann, Nat Geo Image Collection

    Anable y Beebe bromearon durante todo el trayecto y ella transcribió las observaciones de Beebe, que veía cómo nadaba la fauna de las profundidades marinas. La tarde del 19 de junio de 1930, transcribió el informe de Beebe desde una profundidad de 244 metros. "Lucecitas parpadeantes en la distancia todo el tiempo, de color verde claro. Anguilas, una oscura y una clara. Se acerca un gran Argyropelecus; de frente parece un gusano". Anable también le envió información sobre la profundidad, el tiempo y las condiciones meteorológicas.

    Los camarones y los peces nadan en las profundidades del Atlántico.
    Fotografía de Else Bostelmann, Nat Geo Image Collection
    Un pez abisal Chauliodus ataca a peces luna jóvenes.
    Fotografía de Else Bostelmann, Nat Geo Image Collection

    Tras cada inmersión, enviaban los esbozos y las descripciones transcritas de Beebe al laboratorio de las Bermudas, donde Else Bostelmann los transformaba en ilustraciones. Aunque no vio nada desde dentro de la batisfera, a menudo se ponía un casco de buceo, se ataba los pinceles a una paleta de pinturas al óleo y llevaba su lienzo bajo el agua para pintar y encontrar inspiración. Más adelante describió la imagen como un "cuento de hadas" y contó que los sujetos que se encontraba cerca de la superficie (isabelitas azules, peces ardilla rojos y muchos más) la "perseguían o jugueteaban sobre el papel, solos o en bancos". Sus fantásticos dibujos de la fauna marina (peces con colmillos gigantes, crustáceos psicodélicos, un pez de piel negra nunca visto) hicieron que la expedición cobrara vida en National Geographic.

    Anable escribió que los habitantes de las Bermudas llamaban al laboratorio "la Casa Mágica". En ella, el equipo diseccionó y registró los especímenes capturados en el fondo marino. Había muchos que los científicos no habían observado jamás. "Ante nosotros, en la mesa del laboratorio, es una serie de formas transparentes y fantasmagóricas de lo que, poco tiempo antes, eran seres negros y extraños de las profundidades", escribió en la newsletter del New York Zoological Society Bulletin en 1930. Experimentando con tintes, rayos X y soluciones químicas, Anable esperaba entender cómo funcionaban estas criaturas y cómo se habían adaptado para sobrevivir a profundidades tan inhóspitas.

    Beebe fue objeto de burlas por contratar a mujeres, pero apoyó a su equipo. "Lo ridiculizaron mucho", contó al Smithsonian la historiadora y antropóloga ambiental Katherine McLeod tras ayudar a comisariar una exposición sobre la expedición en el museo en 2017. "Decían que la inclusión de mujeres en estos espacios era una desprofesionalización del campo". ¿Cuál fue su respuesta? Que había contratado a este equipo por sus "ideas sólidas y su investigación científica".

    En la cubierta, Gloria Hollister Anable se comunicaba con la batisfera conforme descendía bajo el agua. Cuando se interrumpió la conexión, no tenía forma de saber si se había debido a las interferencias o a un accidente mortal.
    Fotografía de William Beebe, Nat Geo Image Collection

    En 1950, Beebe compró una casa antigua en la selva de Trinidad y fundó una estación de investigación de mariposas (u hotel, como lo llamaban). Griffin se unió al equipo para documentar y estudiar las «vidas privadas» de las mariposas, según escribió en un artículo de 1957 para National Geographic. "No solo tuvimos que amueblar la casa y proporcionar una comida excelente a nuestros insectos, sino también proveer compañía y espacios de cría adecuados". Griffin empezó a dirigir estaciones de campo en el Caribe y llevó a cabo un estudio internacional sobre cangrejos violinistas. Cuando Beebe falleció en 1962, ella lo remplazó como directora del Departamento de Investigación Tropical.

    En la actualidad, hay una réplica de la batisfera en el vestíbulo de la sede de National Geographic en Washington, D.C. Más de 90 años después de la construcción del original, el artilugio sigue inspirando a los exploradores.

    En una entrevista de 1991, preguntaron a la pionera submarina Sylvia Earle qué le inspiró a adentrarse en la oceanografía. Ella citó los relatos de Beebe. "Los acuarios del mundo, pese a su diversidad, carecen del tipo de criaturas que Beebe describió durante su exploración en la década de 1930", explicó. "Y a mí me parecieron verdaderamente inspiradoras".

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