Historias de antiguos tesoros atrajeron saqueadores a la “Ciudad Perdida” de Colombia

Teyuna, antigua capital del pueblo tairona, ha sido víctima de saqueos, pero los arqueólogos se propusieron salvar las reliquias de este sitio histórico de Colombia.

Por Francesc Bailón
Publicado 11 dic 2019, 11:14 GMT-3

En 1976, un grupo de arqueólogos colombianos y sus guías se embarcaron en una ardua misión para evitar los saqueos en un antiguo sitio arqueológico. Los investigadores avanzaron lentamente con sus machetes por los piedemontes selváticos de la Sierra Nevada de Santa Marta, cerca de la costa caribeña de Colombia.

El área había sido habitada por los taironas, una civilización precolombina que prosperó en los siglos anteriores a la conquista española en el siglo XVI. Ahora, había resurgido la investigación y la necesidad de registrar en detalle el complejo sistema de asentamientos interconectados de este pueblo. A los pocos días de empezar la expedición, los arqueólogos, todos miembros del Instituto de Antropología de Colombia, comenzaron a sentir un gran agotamiento. A la extensa caminata por la densa jungla se le sumaba el calor extremo, la lluvia torrencial y las picaduras de insectos.

Las casas de los taironas eran cónicas, con paredes de madera y techos de paja. Se emplazaban en terrazas artificiales construidas sobre uno o dos círculos de piedras y se accedía a ellas por escaleras. El diseño ofrecía refugio de las fuertes lluvias típicas de la región.
Fotografía de Martín González Camar, AGE Fotostock

La misión era urgente: se había alertado a las autoridades que los huaqueros, saqueadores de sitios arqueológicos, habían descubierto un sitio muy importante. Y los objetos ya habían comenzado a aparecer en el mercado negro de antigüedades. Era necesario poner el sitio en manos del control estatal antes de que se dañara más el patrimonio del país.

El equipo pretendía llegar a un área que, en general, se conoce como Teyuna, pero que también denominaban informalmente “Ciudad Perdida”. Los taironas habían abandonado gran parte de sus asentamientos a fines del siglo XVII, pero para los descendientes que aún viven en Sierra Nevada, la ciudad no tenía nada de ciudad perdida. Ante la mirada ajena, en cambio, la ciudad había quedado oculta detrás de los 38.000 km cuadrados de selva de Sierra Nevada.

Orfebres guerreros

La cultura tairona se desarrolló en la región alrededor del año 200 d. C. Los taironas estaban emparentados con los pueblos muiscas, que vivían en el sur, cerca de lo que hoy es la capital colombiana de Bogotá. Al igual que los muiscas, los taironas se destacaban en la artesanía de metales preciosos como el oro, lo que puede haber alimentado el mito de El Dorado. Tuvieron el mérito de haber resistido la invasión de los conquistadores españoles hasta 1600, una hazaña notable teniendo en cuenta la rápida subyugación de los poderosos incas y aztecas.

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    Los gemelos dorados representan la delicadeza y calidad de la artesanía tairona. Para construir las figuras de guerreros, se empleaba la tumbaga, una aleación de oro y cobre muy común entre los taironas y otras sociedades precolombinas del continente americano.
    Fotografía de Werner Forman, Gtres

    A mediados del siglo XVI, el cronista español Juan de Castellanos los identificó como "Tairos". La imponente vestimenta que utilizaban llamó la atención de otros cronistas, quienes los describieron como "habilidosos" e "imperiosos". Los españoles afirmaron que vestían capas estampadas, tocados de plumas y collares de cuentas, nácar, cornalina y oro.

    Misión: Teyuna

    A finales del siglo XX, los rumores sobre el tesoro de los taironas en la selva atrajeron a los saqueadores. A principios de la década de 1970, había miles de huaqueros en Sierra Nevada, empleados por líderes de pandillas. Dos de los trabajadores eran Florentino Sepúlveda y su hijo, quienes en 1975 descubrieron escalones de piedra que conducían a una ladera.

    Los Sepúlveda enseguida notaron que se encontraban frente a un sitio que aún no había sido excavado; luego, saquearon una variedad de objetos y los vendieron. Cuando otros huaqueros se enteraron del hallazgo, estalló una violenta guerra territorial. Finalmente, algunos saqueadores decidieron cooperar con las autoridades y les brindaron información sobre la ubicación del sitio.

    Los arqueólogos del Instituto Colombiano de Antropología llevaban explorando la región desde 1973, y ya habían localizado 199 pueblos tairona. La nueva expedición para proteger el emocionante hallazgo se conformó de un equipo de tres arqueólogos, un arquitecto y dos saqueadores devenidos en guías.

    Un paneo aéreo confirmó que la vegetación era demasiado espesa para aterrizar en helicóptero, por lo que el equipo decidió cruzar a pie el “infierno verde”, un término que describe las condiciones en la densa selva.

    Al subir la escalera principal del Teyuna, de unos 1.200 escalones, enseguida notaron los primeros indicios de saqueos: agujeros y fragmentos de cerámica desparramados por todo el suelo. Abriéndose paso entre la frondosa selva, fueron descubriendo más escaleras, terrazas y restos de otras construcciones enormes. Durante los tres días que estuvieron en el sitio, investigaron y bosquejaron sus hallazgos bajo una lluvia incesante.

    Esta escalera en Teyuna era parte de un sistema de escaleras y caminos pavimentados que unían las áreas residenciales, comerciales y ceremoniales de esta compleja ciudad.
    Fotografía de Alamy, ACI

    Una vez concluida la expedición, Álvaro Soto, director del Instituto de Antropología, reparó en la importancia del hallazgo: "Se trata del sitio monumental de Colombia por excelencia; parte de nuestra identidad y un vínculo con nuestro pasado prehispánico", afirmó. También destacó otro dato: la presencia cercana de comunidades indígenas, los wiwa, kogi, arhuaco y kankuamo, a quienes se considera "los descendientes vivos de los taironas, para que puedan ayudarnos a entender el sitio".

    Ingeniería antigua

    En las décadas posteriores, un proyecto de investigación a gran escala ha restaurado las 200 estructuras, entre estas, las casas circulares, carreteras pavimentadas, escaleras, terrazas, así como plazas, áreas ceremoniales, canales y almacenes. La ciudad se emplaza a lo largo de una empinada cordillera con senderos de piedra y escaleras que unen diferentes partes de la ciudad. El centro administrativo, político y ceremonial de Teyuna se concentró en la terraza que rodea el complejo, mientras que los distritos residenciales se ubicaron a lo largo de las laderas.

    La terraza central de Teyuna en la selva de la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia, es el punto más alto del sitio. Es probable que las construcciones en este lugar hayan tenido importantes funciones ceremoniales.
    Fotografía de Alamy, ACI

    Los arqueólogos creen que los taironas construyeron Teyuna en el siglo IX, unos 650 años antes del Machu Picchu. En el idioma chibcha, Teyuna significa "orígenes de los pueblos de la tierra". En honor a su nombre, se convirtió en el centro espiritual y económico del pueblo tairona. Durante su apogeo, se cree que Teyuna tuvo entre 2.000 y 8.000 habitantes. La cultura no había desarrollado la escritura, y a pesar de no haber descubierto el uso de la rueda o el uso de animales de tracción, logró una gran producción agrícola durante siglos.

    La cultura y la economía de Teyuna parecen haber seguido funcionando mucho después de la conquista española. La ciudad fue abandonada en el siglo XVII, pero muchos creen que la población local desapareció por causa de las enfermedades que trajeron los españoles, y no por la conquista militar.

    Una estela de Teyuna cuyos surcos indican la red de caminos y escaleras que unen el sitio.
    Fotografía de SYGMA/GETTY IMAGES

    El hallazgo de la ciudad perdida

    Desde fines de la década de 1980, la violencia del narcotráfico y las consecuencias de la guerra civil en Colombia interrumpieron el trabajo arqueológico en el sitio. La investigación y el acceso turístico limitado se reanudaron en 2006. El sitio permanece en condiciones de aislamiento y tiene un acceso muy difícil. Los turistas aún deben caminar durante varios días para llegar a ella, aunque ya no necesitan abrirse camino por la selva para apreciar la fortaleza e ingenio de una de las culturas más notables de Sudamérica.

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