Descubren a una artista medieval a partir de su dentadura

El pigmento encontrado en los dientes de una mujer enterrada hace mil años arroja luz sobre un capítulo oculto de la historia: las escribas.

Por Andrew Curry
Publicado 11 ene 2019, 15:19 GMT-2

En el imaginario popular, los escribas y los ilustradores de manuscritos de la Edad Media siempre son hombres: monjes que trabajaban en las scriptoria, incansablemente y a la luz de las velas, escribiendo acerca del mundo en hojas de pergamino. "Siempre monjes", afirma Alison Beach, historiadora de la Ohio State University (Universidad Estatal de Ohio). "Cuando piensas en un escriba medieval, piensas en un hombre".

Sin embargo, un hallazgo reciente sugiere que las mujeres también realizaban ese trabajo. Según un equipo multidisciplinario dirigido por Christina Warinner, paleogenetista del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Alemania), las escribas y las artistas eran muy hábiles, estaban muy bien consideradas, y a ellas se les confiaba algunos de los pigmentos más caros a los que un artista del siglo XI podía acceder. Los resultados de este estudio fueron publicados hoy en la revista Science Advances.

Las pruebas provienen de la dentadura de un esqueleto encontrado en un cementerio medieval en Dalheim, una pequeña ciudad cerca de la ciudad alemana de Mainz. Para saber más acerca de las dietas y enfermedades comunes en el pasado, los arqueólogos han comenzado a estudiar la placa acumulada en los dientes de las personas de una era previa a la odontología. En esta placa o cálculo dental se acumula y preserva el ADN de las bacterias que habitan en la boca, y allí queda la huella de los que las personas comieron y bebieron el pasado.

Escrito por fuera de la historia

En una tumba identificada como B78, se encontró el esqueleto de una mujer de mediana edad que murió alrededor del 1100 A.D. Al principio, lo que más llamó la atención fue que los huesos casi no estaban desgastados, una señal de que la mujer habría llevado una vida de poca actividad física.

Cuando el equipo de Warinner observó detenidamente los dientes de B78, se llevaron una gran sorpresa. "El microscopista me llamó y me dijo: 'el cálculo de esta mujer está lleno de partículas azules'", recuerda Warinner. "Nunca había visto este color azul brillante en la boca de una persona".

Cimientos de la iglesia vinculada a una comunidad religiosa de mujeres medievales en Alemania, donde los arqueólogos excavaron los restos de la artista.
Fotografía de Christina Warinner

Posteriormente, el equipo trabajó con un grupo de químicos para averiguar de dónde provenían las partículas azules incrustadas en la placa dental de la mujer. Luego de múltiples pruebas, se reveló que las partículas eran del mineral lazurita, también conocido como piedra preciosa lapislázuli.

En la Edad Media, el lapislázuli solo se podía encontrar en lo que hoy es Afganistán. Según Beach, coautora del estudio, cuando la piedra en polvo llegó a Europa central (a través de una compleja red comercial que abarca miles de kilómetros) valía más que su peso en oro. El llamativo pigmento azul era tan precioso que los artistas y los ilustradores de manuscritos medievales lo reservaban para los temas más importantes: el manto azul de la Virgen María, por ejemplo.

¿Cómo es que se formó este precioso pigmento en la boca de una mujer alemana del siglo XI? Después de descartar algunas hipótesis para explicarlo (entre ellas, que la mujer había besado una imagen que contenía lapislázuli en el contexto de un ritual religioso, o que se había dedicado a la "medicina lapidaria", una práctica medieval que consistía en ingerir piedras preciosas con fines curativos), el equipo de investigación concluyó que el pigmento azul acabó en la boca de B78 porque la mujer pintaba, y lamía el pincel de tanto en tanto.

Con el tiempo, quedó incrustado en su cálculo dental, donde se conservó durante casi 1.000 años. (Anita Radini, de la University of York, experta en cálculo dental y autora principal del artículo de investigación, incluso produjo pigmento de lapislázuli en el laboratorio y tomó muestras con su propia saliva y labios para verificar los resultados). "Podríamos decir que la persona tenía gran exposición a este polvo. Está claro que se trata de un comportamiento reiterado”, afirma Radini. "Esta es la primera prueba con la que contamos".

El precioso lapislázuli no se le confiaba a cualquier artista. "El hecho de que una mujer recibiera este pigmento significa que estaba en el nivel más alto, que su arte tenía gran reputación", explica Beach. "Es la primera prueba física que tenemos de mujeres escribas".

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    Durante la Edad Media europea, Afganistán era la única fuente conocida de lapislázuli. Esta piedra rara contiene diferentes minerales que contribuyen a darle su aspecto único: lazurita (azul), flogopita (blanca) y pirita (oro).
    Fotografía de Christina Warinner

    Entonces, ¿cómo es que artistas medievales como B78 fueron apartadas de la historia? Beach explica que si bien existen referencias escritas a mujeres escribas del pasado, cuando se trata de un libro anónimo, los historiadores siempre han dado por sentado que el autor es un hombre. Y recordemos que la gran mayoría de los libros medievales no están firmados.

    "Esto sugiere que muchas cosas que no han sido firmadas fueron producidas por mujeres, o al menos esa es una posibilidad que deberíamos considerar", agrega la historiadora.

    Un santo grial

    Mientras tanto, el cálculo dental está convirtiéndose en una gran fuente de información arqueológica. Una ventaja importante es que se extrae directamente de la boca de la persona fallecida, y es posible saber de manera concluyente lo que los individuos comieron, lo que bebieron o lo que escupieron tosiendo, en lugar de hacer inferencias basadas en lo que quedaba en sus tumbas o en los asentamientos cercanos.

    "La reconstrucción de actividad a partir de esqueletos humanos es el santo grial de la bioarqueología, pero es muy difícil reconstruir la actividad a partir de los huesos humanos", comenta Efthymia Nikita, bioarqueóloga del Instituto de Chipre en Nicosia, Chipre, que no formó parte del estudio de investigación. "El problema es que todos los métodos que utilizamos son indirectos".

    "Si detectamos diferentes micropartículas, podremos identificar, con alta resolución, una actividad específica", agrega. "No conozco ningún otro estudio en el que se haya identificado a un artista a partir de restos humanos".

    Según Radini, en el futuro, la técnica podría usarse para identificar a los artistas del registro arqueológico, algo que nunca se ha hecho antes. Asimismo, otras ocupaciones, como tejedor o alfarero, podrían identificarse con precisión a partir de las fibras de plantas o el polvo de arcilla incrustado en la placa dental, una fuente probatoria más confiable que buscar patrones de desgaste en los huesos.

    Por ahora, los autores esperan que la placa dental con pigmentos de B78 ayude a los historiadores a revisar el papel que desempeñaron las mujeres de la Edad Media en la configuración de la cultura occidental. "No solo identificamos lazurita en este cementerio, sino que lo encontramos en la boca de una mujer", afirma Warinner. "Y esto nos ha abierto una puerta hacia la historia de las mujeres en ese periodo".

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