Avances en la investigación del “Purísima Concepción”

La arqueóloga argentina y exploradora de National Geographic, Dolores Elkin, está cada vez más cerca de hallar los cañones hundidos de un navío mercante español que se hundió a la altura de la provincia de Tierra del Fuego en 1765.

Por Mariel Castro
Publicado 15 feb 2018, 17:35 GMT-2
Dolores Elkin analiza fragmentos de cerámica encontrados en la expedición.
Fotografía de National Geographic

A fines de 2017 y después de varios meses de gestiones, Elkin -quien es arqueóloga del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina (CONICET) e investigadora en el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL), del Ministerio de Cultura de Argentina- pudo dar un paso más en su objetivo. En esta expedición, logró registrar una intensa y delimitada señal magnética (con el uso de un magnetómetro) que permitió demarcar la zona en la que se podrían encontrar sumergidos los cañones de la embarcación.

Asimismo, en línea con el propósito de encontrar los restos del campamento de los náufragos, se hallaron nuevos fragmentos de cerámica de la época y una punta de vidrio tallada con técnicas indígenas.

Rescatando la historia de un naufragio
Revive la última expedición de la arqueóloga argentina y exploradora de National Geographic, Dolores Elkin.

Esta búsqueda nació años atrás con un proyecto mayor que se llamó “Programa Arqueológico Costa Atlántica”. Dirigido por el licenciado Martín Vázquez, arqueólogo del CONICET y miembro del Centro Austral de Tierra del Fuego (CADIC), este plan se proponía realizar un relevamiento no solo de arqueología, sino también de naufragios acontecidos en la región.

De esta manera, Elkin y un grupo del Programa de Arqueología Subacuática del INAPL comenzaron a recopilar información sobre hundimientos de navíos.  “A mí me atrapó de entrada la historia del Purísima Concepción. Era una historia conocida, pero no tan difundida, al menos en nuestro ámbito”, cuenta la arqueóloga. Y reconoce que ese interés se debió a diferentes razones: “Es una historia de éxito, más que de fracaso. Normalmente los naufragios vienen con tragedias y finales tristes, pero acá se salvaron todos los tripulantes. Hubo algún fallecido, pero por otras razones. Además, ellos convivieron armoniosamente con la población indígena local. Y con los restos del navío, más madera de la zona, construyeron otro barco para volver a Buenos Aires”.

En el período de búsqueda de material, Elkin pudo conseguir una copia del diario del naufragio al que distingue como “uno de los documentos más importantes” para su investigación por contar con un relato detallado del accidente y descripciones muy precisas sobre los lugares.

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    Con esta información, y en el marco de la exploración del Programa Arqueológico Costa Atlántica, en 2014 se recorrió la zona de Caleta Falsa, prestando especial atención a materiales que pudieran formar parte del naufragio. Uno de los hallazgos más importantes en esa ocasión fue una serie de balas de cañón, de hierro, con un diámetro de 9 centímetros, aproximadamente. “Esa es la medida que se utilizaba para cañones de 6 libras. Y es el calibre de cañones que pidió el Purísima Concepción. No puedo asegurar que hayan sido esos, porque la única documentación que tengo dice que son los que debería haber llevado a bordo. Pero, uno empieza a atar cabos por distintas vías. Y no hay registro, que nosotros conozcamos, de otro naufragio de la época de una embarcación que haya llevado cañones”, explica Elkin.

    En aquella expedición, también aparecieron fragmentos de cerámica del siglo XVIII. “A mi modo de ver, se trataba de loza inglesa. Una cerámica que evidentemente era usada como vajilla, servicio de mesa, con un estilo más decorativo. Correspondía el período, pero no la procedencia geográfica”, reconoce Elkin. Sin embargo, también apareció otro fragmento de cerámica que le interesó mucho más. “Me hizo pensar en las vasijas o botijas que llevaban productos como aceite de oliva o vino, que venían en los barcos mercantes en la época colonial desde España. Se trata de una cerámica más gruesa, de una pasta más espesa, con un grano más arenoso, que además estaba vidriada de color verde”, agrega.

    Sin embargo, en ese momento, la expedición tenía que seguir camino y buscar otros barcos. Y la idea del Purísima Concepción permaneció en mente de esta arqueóloga argentina quien decidió armar un proyecto especialmente focalizado en la búsqueda de los restos del navío e ir un paso más allá: realizar una investigación submarina.

    El equipo de investigadores, con la utilización de un magnetómetro, pudo detectar la presencia de hierro debajo del agua.
    Fotografía de Dolores Elkin

    En búsqueda de los cañones

    ¿Por dónde comenzar? ¿El barco que naufragó dónde puede estar? Elkin sabía, por la información con la que contaba, que los náufragos habían llegado a la costa de manera bastante fácil y que iban todos los días a dónde había quedado el navío para buscar madera y construir una nueva embarcación. “No puede haber quedado hundido profundamente. Y si naufragas en medio de la nada, lo primordial es sacar comida y algunas armas pequeñas. Era lógico que quedaran los cañones”, pensaba la arqueóloga.

    Según un documento que llegó a sus manos, el que parece ser un informe de inspección antes de que el barco partiera de Cádiz, el Purísima Concepción habría pedido unos 20 cañones de hierro de 6 libras. Y según las estimaciones de la exploradora, estos podrían estar a un máximo de 5 metros de profundidad.

    Los operadores de sensores remotos preparan el magnetómetro para ser puesto en funcionamiento.
    Fotografía de Dolores Elkin

    A pesar del clima hostil de la zona, que impidió realizar un buceo exhaustivo, en esta segunda expedición -que contó con el apoyo de National Geographic-, surgió un indicio que avivó las esperanzas de Elkin. Con el uso de un magnetómetro –que es un aparato que capta señales magnéticas y tiene potencial para detectar hierro-, pudo dar con una señal magnética que “no solo fue muy intensa, sino que también delimitada”, en un sector de unos 70 metros de largo. “Esa especie de rectángulo de alta señal magnética, es compatible con la presencia de un grupo grande de cañones”, admite.

    Elkin se prepara para realizar pruebas de buceo. La mala visibilidad subacuática impide confirmar visualmente si la señal magnética de hierro corresponde a los cañones.
    Fotografía de La Huella

    Otro gran componente de esta exploración estuvo conformado por las excavaciones arqueológicas terrestres, coordinadas por el arqueólogo Vázquez. Se realizaron sondeos – unas excavaciones pequeñas de un metro por un metro-, y a los 40 centímetros de profundidad, según cuenta Elkin, comenzaron a aparecer nuevos fragmentos de esa cerámica gruesa con aspecto de vasijas o botijas.

    Asimismo, el grupo de investigadores encontró un nuevo elemento que hasta ahora no había aparecido: una punta de vidrio tallada con técnicas indígenas. “Este material te da la presencia europea”, asegura la exploradora, porque los pueblos originarios “no habían tenido acceso al elemento anteriormente”. Y fue hallada en una zona que presentó ciertos materiales aborígenes, muy cerca de donde creen que pudo haber estado el campamento de los náufragos.

    “Recuerdo una frase del diario (de los náufragos) que dice que los indígenas antes hacían puntas de flecha de piedra y que cuando llegaron ellos las empezaron a hacer con vidrio. Permite comprobar la fusión de las dos culturas”, afirma Elkin. Y agrega: “Son varias piezas que van generando un rompecabezas. Si las tomás de manera individual no, pero si tenés varias y logras llenar esos huecos, te das cuenta que tenés una escena, una imagen que para mí es el naufragio del Purísima Concepción”.

    Fragmentos de loza encontrados en la expedición realizada en diciembre de 2017.
    Fotografía de Dolores Elkin
    Fracción de loza hallada.
    Fotografía de La Huella

    Regresar al lugar

    Aunque la exploradora define esta campaña como un “éxito”, también reconoce que serán necesarios algunos pasos posteriores para realizar nuevos avances.

    En primer lugar, deben realizarse análisis químicos de la composición de la pasta y de los esmaltes o vidriados de la loza de los fragmentos encontrados para comprobar científicamente que se trata de cerámica de origen español. 

    El otro paso, asegura Elkin, es regresar al lugar. Su intención es ampliar la excavación en tierra para encontrar más evidencia de cómo era la vida diaria de los náufragos y realizar más intentos de buceo, con mejores condiciones climáticas, en la zona donde la señal magnética distinguió la presencia de hierro. “Habría que comprobar si están los cañones, cuántos hay, si se pueden sacar y ver si vale la pena sacarlos”, admite la arqueóloga.

    Pero hasta que ese nuevo viaje se pueda concretar, ella revive con orgullo el relato de los hallazgos realizados hasta el momento y concluye: “Desde el punto de vista arqueológico, creo que lo que hacemos es dar vida, rescatar a la historia (…) Estamos dando materia prima para un relato fascinante que, de otra forma, hubiera quedado en el olvido”.

     

    * El registro fotográfico y videográfico de la expedición estuvo a cargo de Facundo Gallo y Jorge Otamendi de “La Huella Films”.

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