Encontraron el fósil humano más antiguo que rediseñaría el árbol genealógico

Un hallazgo retrasa medio millón de años el origen de nuestro género, Homo.

Por Jamie Shreeve
Publicado 16 ene 2018, 18:49 GMT-2
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Este hueso de mandíbula, mostrado en el lugar en el que fue encontrado por el estudiante Chalachew Seyoum, de la Universidad del Estado de Arizona, sitúa a los primeros miembros del género humano Homo en la región de Afar, en Etiopía, medio millón de años antes de lo que se pensaba anteriormente.
Fotografía de Kaye Reed

En una extraña coincidencia de nuevas pruebas, dos mandíbulas fósiles arrojan una misma luz sobre uno de los misterios más oscuros en la evolución humana: el origen de nuestro género, Homo. Las dos mandíbulas inferiores (una es la reconstrucción de una muestra crucial encontrada hace medio siglo, la otra recién extraída de las tierras baldías de Etiopía) señalan el este de África como el lugar de nacimiento de nuestro linaje evolutivo.

El nuevo fósil etíope, anunciado en línea por la revista "Science", hace retroceder la llegada del Homo al paisaje del este de África casi medio millón de años, hasta 2,8 millones de años atrás. La fecha está tentadoramente cerca de la última aparición conocida, hace unos tres millones de años, del Australopithecus afarensis, una especie erguida de cerebro más pequeño, famosa por el esqueleto llamado Lucy, que muchos científicos consideran el antepasado directo de nuestro género. La nueva mandíbula, conocida como LD-350-1, se encontró en enero de 2013, a tan solo 19 kilómetros de donde se encontró a Lucy en 1974.

“Es un hecho emocionante”, comenta el paleoantropólogo Donald Johanson, quien descubrió a Lucy.

Afar, que forma parte del valle del Rift en el este de África, ha brindado muchos otros fósiles preciados de homínidos (miembros de la amplia familia humana) incluido el anterior espécimen conocido de Homo, una mandíbula superior llamada AL 666-1, que data de hace 2,3 millones de años.

Los fósiles atribuidos al Homo en el período entre dos y tres millones de años atrás son en extremo escasos. Bill Kimbel, director del Institute of Human Origins en la Arizona State University, en Tempe, que codirigió el análisis del nuevo espécimen, dijo una vez: “Podrías ponerlos a todos en una pequeña caja de zapatos y aún quedaría espacio para un buen par de zapatos”.

Entre las características que ubican al nuevo fósil dentro de esa caja de zapatos están los molares delgados, un patrón particular de la cúspide de los dientes y la forma del cuerpo óseo de la mandíbula, todas ellas compartidas con el Homo posterior. Pero la parte frontal de la mandíbula muestra una morfología más primitiva, como la línea de la barbilla retraída, característica del A. afarensis.

“Esto reduce el período de tiempo en el que podemos centrar nuestra búsqueda de la aparición del linaje humano”, explica Kimbel, que encontró la mandíbula AL 666-1 en 1994. “Es en gran medida una forma en transición, como sería de esperar a esa edad. La barbilla mira hacia atrás en el tiempo. Pero la forma de los dientes mira hacia adelante”.

Historia del lado este

En la medida en que la nueva mandíbula supone un origen en el este africano para el género Homo, parece frustrar el argumento de otros investigadores de que el mejor candidato para el antepasado inmediato de nuestro género es un Australopithecus sudafricano, el Australopithecus sediba.

Los autores del artículo de "Science" señalan que el único espécimen conocido del A. sediba es casi un millón de años más joven que la nueva mandíbula de Homo de Etiopía, al que deberían dar lugar.

Fred Grine, de la New York's Stony Brook University, sin embargo, argumenta que bien podrían haber existido otras poblaciones de A. sediba, o algún espécimen similar, mucho más antiguas (conozca más sobre cómo el A. sediba conmocionó el árbol genealógico humano).

“La idea de que (la nueva mandíbula) haga poco probable que cualquier otro espécimen sea un ancestro es ridícula”, dice Grine. “Sería como afirmar que el registro fósil está completo. Y sabemos que eso no puede ser, ya que han descubierto algo que no estaba ahí antes”.

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    Una nueva reconstrucción de esta calavera fósil de Homo habilis, llamada Olduvai Hominid 7, presenta una mezcla de rasgos primitivos y modernos, incluido un cerebro más grande de lo que se creía anteriormente, lo que sugiere un ancestro en común de gran cerebro en el linaje Homo.
    Fotografía de John Reader

    Hace 2,8 millones de años, el lugar en el que encontraron la mandíbula, llamado Ledi-Geraru, era una mezcla de pastizales y matorrales, parecido al Serengeti actual, según el artículo adjunto de Erin DiMaggio, de la Penn State University, y sus colegas. Las especies animales presentes en el mismo momento indican un desplazamiento a un hábitat más abierto y árido, lo que sustenta la hipótesis de que un cambio climático global pudo desencadenar cambios en la evolución de muchos linajes de animales.

    “Podemos ver la señal de la aridez de 2,8 millones de años en la comunidad de fauna de Ledi-Geraru”, dice Kaye Reed, director del proyecto Ledi-Geraru, en el Instituto de Orígenes Humanos. “Pero aún es demasiado pronto para decir que esto significa que el cambio climático sea el responsable del origen del Homo”.

    Un espécimen renacido

    La mandíbula etíope es en sí misma suficiente como para provocar una ola de emoción entre los paleoantropólogos. Pero su importancia se magnifica con la reconstrucción de un fósil de Homo un millón de años más joven, publicada el miércoles en la revista "Nature".

    La mandíbula pertenecía al espécimen original (o tipo) de Homo habilis, u “hombre hábil”, llamado así por sus descubridores Louis y Mary Leakey en 1964, ya que fue hallado en la garganta de Olduvai, en Tanzania, entre sedimentos que contenían las herramientas de piedra más antiguas conocidas hasta el momento (desde entonces, se han descubierto en Etiopía herramientas mucho más antiguas, que datan de al menos 2,6 millones de años).

    Louis Leakey y sus colegas afirmaban que el H. habilis fue el ancestro más probable de todos los Homo posteriores, incluida nuestra propia especie, el Homo sapiens. El H. habilis se ha aferrado de manera vacilante a esa posición elevada en el árbol genealógico desde entonces, y esta falta de seguridad yace en la naturaleza incompleta del espécimen tipo. Éste está compuesto por un hueso de mandíbula fuertemente deformada, una colección de muchos fragmentos pequeños de cráneo y partes de una mano.

    Utilizando tomografía computarizada y tecnología de imágenes 3D de última generación, un equipo liderado por Fred Spoor, del University College de Londres y del Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology, de Alemania, ha reconstruido digitalmente cómo se vería la mandíbula en vida. Su forma estrecha, con las raíces de los dientes paralelas entre sí, se parece más a un australopiteco, el grupo de ancestros humanos anteriores al género Homo.

    Aunque medio millón de años más joven que la mandíbula superior del AL 666-1 encontrada en Afar, la mandíbula reconstruida de la garganta de Olduvia es claramente más primitiva. Esto sugiere la existencia de un “linaje fantasma” de Homo aún más primitivo, que debió de existir mucho antes que hace 2,3 millones de años, que se separó y dio lugar a ambos linajes.

    Y vaya sorpresa: la nueva mandíbula etíope encaja perfectamente.

    “La mandíbula de Ledi-Geraru ha aparecido como ‘a pedido’, lo que sugiere un posible vínculo evolutivo entre el Australopithecus afarensis y el Homo habilis”, dice Spoor.

    En otro giro de la historia, Spoor y sus colegas reconstruyeron digitalmente el cráneo del espécimen original de Homo habilis, que previamente se estimaba que contendría unos 700 centímetros cúbicos de cerebro, más que un australopiteco típico, pero menos que los humanos posteriores. Su nueva versión aumentó el volumen a 800 centímetros cúbicos, llevando al H. habilis a la misma clase cerebral que otras dos especies de Homo que deambulaban por la sabana del este de África hace dos millones de años: el Homo rudolfensis y las primeras formas de Homo erectus.

    “Lo que tenemos es una bestia con un hocico muy primitivo, pero con un gran cerebro”, dijo Spoor, cuando discutió por primera vez la reconstrucción en una reunión del Turkana Basin Institute, en Kenia, el pasado agosto.

    Ya que es poco probable que las tres especies de Homo contemporáneas (Homo habilis, H. rudolfensis y H. erectus) desarrollaran grandes cerebros de forma independiente, se deduce que su ancestro en común ya había establecido el rumbo hacia un cerebro agrandado, mucho antes de lo que se creía previamente. Esto podría restablecer el vínculo entre la aparición de grandes cerebros en el linaje de los homínidos y las primeras herramientas de piedra.

    Así que es posible que el H. habilis (dependiendo de cuánto tiempo atrás hayan vivido estas especies) fuera, después de todo, un auténtico “hombre hábil”.

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