Conocí a los hombres asesinados en el Amazonas…y al presunto asesino

Los asesinatos de Dom Phillips y Bruno Pereira visibilizan la encarnizada batalla por la Amazonía y sus recursos, y el resentimiento hacia los defensores indígenas.

Por Scott Wallace
Publicado 2 ago 2022, 16:04 GMT-3
Una persona busca pistas

Una persona busca rastros del paradero del periodista Dom Phillips y el activista por los derechos indígenas Bruno Pereira. Los líderes indígenas fueron unos de las primeros en dar alerta sobre la desaparición de estos hombres en lo profundo de la Amazonía brasileña el 5 de junio.

Fotografía de Joao Laet Getty Images (270311)

Los brutales asesinatos de un periodista británico y un activista de los derechos indígenas, que ocurrieron en el Amazonas, me tocan muy de cerca. Los conocía a ambos; conozco la comunidad y el tramo de río donde los asesinaron. Lo más increíble es que conozco al asesino que confesó el crimen. Se indicó que él sería el principal sospechoso a los pocos días de la desaparición de los dos hombres, el 5 de junio en el Valle de Yavarí, una inmensa región salvaje de selva tropical y ríos serpenteantes a lo largo de las fronteras de Brasil con Perú y Colombia.

Dom Phillips, de 57 años, había tomado un receso de su trabajo como reportero del periódico The Guardian para dedicarse a escribir un libro sobre la Amazonía y, en varias ocasiones, habíamos conversado sobre nuestras experiencias en la selva tropical, e intercambiado consejos y contactos. Bruno Pereira, de 41 años, fue un activista por los derechos indígenas que dedicó su vida a defender a las poblaciones más vulnerables de Brasil. Era aguerrido, amable y generoso, padre de tres hijos, entre ellos, dos niños pequeños.

Un grupo de agentes de policía en Atalaia do Norte, en la ribera el río Yavarí, investigan la desaparición de Phillips y Pereira luego de que se instara a las autoridades brasileñas, desde todas partes del mundo, a intensificar los esfuerzos de búsqueda.

Fotografía de Victor Moriyama The New York Times (270393), Redux (270412)

Pereira ha sido una fuente valiosa de muchos artículos que he escrito para National Geographic. A veces, citaba su nombre de forma explícita. Sin embargo, la mayoría de las veces no lo hacía, para protegerlo de las autoridades insensibles que habían tomado control de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) de Brasil desde que comenzó la presidencia del populista de derecha Jair Bolsonaro en 2019. Pereira era experto en la protección de tribus aisladas y debía cuidarse de Bolsonaro, quien desde que asumió, se concentró en reducir la protección de las tierras indígenas y del medio ambiente.

Izquierda: Arriba:

El periodista Dom Phillips trabajando en la Amazonía brasileña en 2019.

Fotografía de Joao Laet Getty Images (270311)
Derecha: Abajo:

El defensor de los derechos indígenas Bruno Pereira (con un cuaderno) realiza una investigación en el valle de Yavarí, donde vive la mayor concentración de tribus no contactadas de todo el mundo.

Fotografía de Gary Calton eyevine (270509), Redux (270412)

El asesino confeso de Phillips y Pereira es un pescador de 41 años llamado Amarildo da Costa de Oliveira, a quien se le conoce como “Pelado”. Apenas escuché su nombre en las noticias, supe que era la misma persona que había conocido 20 años atrás. Oliveira era un habilidoso leñador capaz de clavar con precisión un hacha a centímetros de sus pies descalzos sin siquiera pestañear. Era uno de los 10 hombres no indígenas que el gobierno había reclutado de la frontera en 2002, junto con 20 exploradores indígenas de tres tribus diferentes, para realizar una expedición hacia el corazón del extenso territorio indígena del Valle de Yavarí. La misión consistía en rastrear (sin contactar) a una tribu misteriosa, que rara vez se veía, llamada los flecheiros, o Pueblo Flecha en español.

La expedición estuvo encabezada por el famoso activista por los derechos indígenas y explorador Sydney Possuelo, fundador y entonces director de la Coordinación General de Indígenas Aislados de FUNAI.

 A fines de la década de 1980, Possuelo fue un pionero de la importante política de no contacto de Brasil para evitar que personas ajenas entraran en contacto con tribus aisladas altamente vulnerables. En 1996, cumplió un rol decisivo en la creación de la reserva Yavarí de 85 500 km cuadrados, un tesoro ecológico y cultural que alberga la mayor concentración de comunidades indígenas en aislamiento extremo de todo el mundo: las llamadas tribus “no contactadas”. Possuelo nos pidió al fotógrafo Nicolas Reynard y a mí que documentáramos la expedición para National Geographic.

Cuando se estableció la reserva a fines de la década de 1990, Possuelo se encargó de expulsar a cientos de mineros, madereros, cazadores y pescadores no indígenas que habían explotado la abundante madera, pescado y vida silvestre de la región. Algunos se reasentaron a lo largo del río Itacuaí (fuera de los límites de la reserva) en comunidades de chozas de madera construidas sobre pilotes y separadas por pasillos. Dentro de esas comunidades, estaba la familia de Oliveira. Muchos de los desplazados se llenaron de resentimiento por la creación de la reserva Yavarí y canalizaron su odio hacia los indígenas y sus aliados.

En un principio, la policía federal arrestó a Amarildo da Costa de Oliveira por portación de armas. El pescador luego confesó haber matado y descuartizado a Pereira y Phillips, según indicó la policía.

Fotografía de Marcelo Correia Camera Press (266319), Redux (270412)

¿Cómo es que el agradable pescador de 21 años que recuerdo desde el 2002 se transformó en un delincuente despiadado que, según los testigos, pescaba indiscriminadamente, practicaba la caza furtiva, y participaba de ataques armados en los puestos fronterizos del gobierno? ¿Se convirtió en uno de los actores de una guerra cada vez más encarnizada por la Amazonía y sus recursos, y contra los defensores indígenas? (Las autoridades brasileñas afirman que hay otros dos sospechosos de los asesinatos bajo custodia, y están buscando a cinco personas más que serían cómplices del crimen).

Revisando mis cuadernos de hace 20 años, encontré rastros de un lado más oscuro de Oliveira. La semana previa a la expedición, una noche que estábamos alrededor de una fogata, me contó que unos bandidos enmascarados los habían atacado a él y a otros dos pescadores mientras atravesaban un furo (uno de los muchos atajos que se abren entre las curvas de los ríos serpenteantes de la región durante la temporada de aguas altas). Los asaltantes se llevaron los motores de sus botes, escopetas y 200 kilos de pescado. Oliveira y sus amigos le pagaron a la policía local para que encontrara a los culpables y se “deshiciera de ellos”, según me contó. Le pregunté qué quería decir con esa frase. “Que los mataran”. Y agregó que al haber otros policías al momento de la detención, los bandidos se salvaron. Fue justo ahí, en uno de esos atajos estrechos del río Itacuaí, que Oliveira y, al menos otro cómplice, emboscaron y asesinaron a Pereira y Phillips.

Efecto de los débiles esfuerzos de protección por parte del gobierno

Los expertos afirman que, en los últimos años, Yavarí se ha convertido en un lugar aún más peligroso, especialmente para los pueblos indígenas y los defensores del medio ambiente. Según dicen, las razones principales son la retórica y las políticas antiindígenas y antiambientales de Bolsonaro. Estas políticas han fomentado la deforestación y las invasiones de territorios indígenas por parte de ganaderos, madereros, mineros y explotadores de todo tipo, al tiempo que han habilitado espacios de acción para que las organizaciones delictivas operen con impunidad en amplias franjas de la Amazonía.

Izquierda: Arriba:

Los restos de Phillips y Pereira llegan a un hangar policial en Brasilia (capital de Brasil) el 16 de junio.

Fotografía de Andressa Anholete Getty Images (270311)
Derecha: Abajo:

Miembros del pueblo indígena Xukuru cantan una oración en honor a Pereira durante su funeral en Paulista (Brasil) el 24 de junio.

Fotografía de Brenda Alcantara AFP (270515), Getty Images (270311)

“Hoy, los invasores de tierras indígenas cuentan con la protección de todos los organismos del gobierno, incluso del propio Bolsonaro", dice Possuelo, quien ahora está jubilado y vive en Brasilia. "Se atreven a más, se manejan con más agresividad porque se sienten protegidos por el gobierno”.

En la gestión de Bolsonaro, los fondos para FUNAI y el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y de Recursos Naturales Renovables (IBAMA) se redujeron. Se despidieron empleados expertos en el área para reemplazarlos por personas con afinidades políticas. Poco después de asumir el cargo en 2019, el presidente de FUNAI (que designó Bolsonaro), Marcelo Augusto Xavier da Silva, despidió a 15 coordinadores de campo sin previo aviso. Quizás lo más apabullante fue que le quitó a Pereira el puesto de Coordinador del Departamento de Indígenas Aislados, donde cumplía funciones desde hacía 14 meses. En los días previos al despido, Pereira supervisó un ataque con helicópteros junto con el IBAMA, la policía federal y unidades del ejército, que destruyó decenas de dragas de oro ilegales a lo largo del flanco este del Yavarí. Con esta operación, Pereira se ganó la enemistad de algunas personas poderosas y peligrosas. Fue el último gran ataque contra los delincuentes que saquean recursos en la reserva.

Se enviaron preguntas a los líderes de FUNAI sobre a los asesinatos recientes, y los débiles esfuerzos de la agencia para proteger a Yavarí y otros territorios indígenas, pero no hubo respuestas.

Luego de ser destituido de su puesto, Pereira se tomó una licencia sin goce de sueldo de la FUNAI y regresó a Yavarí. Pasó allí varios años durante la década de 2010, y conoció y aprendió mucho sobre las tribus aisladas y la mejor manera de protegerlas. Dada la falta de voluntad y capacidad de FUNAI para defender la reserva, se ofreció como voluntario para organizar y capacitar a una fuerza de vigilancia territorial conformada totalmente por indígenas para frenar el ingreso de personas ajenas. 

Les enseñó a los miembros de la patrulla a gestionar la logística y a usar fotos y videos georreferenciados, comunicaciones por radio y tecnología de drones. Pereira invitó a Phillips al Yavarí para que documentara su trabajo y conociera a los miembros de la patrulla de vigilancia. El 3 de junio, mientras estaban con el equipo, se cruzaron con Oliveira y otros dos pescadores.

Personal de la Armada patrulla el remoto río Itacuaí en el Valle de Yavarí durante la búsqueda de Phillips y Pereira.

Fotografía de Edmar Barros AP (270367)

Según testigos del equipo de vigilancia indígena, los pescadores amenazaron y apuntaron con rifles a Pereira y Phillips, quienes grabaron el enfrentamiento en video. Estas imágenes estaban junto a otras pruebas de delitos ambientales dentro de la reserva que habían reunido las patrullas indígenas, y que Pereira planeaba entregar a la policía federal el día que los dos hombres desaparecieron.

“Claro que es peligroso. Nuestros equipos están ahí, enfrentando a los intrusos", dijo Paulo Marubo, Coordinador General de la Unión de los Pueblos Indígenas del Valle de Yavarí (UNIVAJA), cuando lo llamé por teléfono la semana pasada a su oficina en Atalaia do Norte sobre el río Yavarí. "Es un riesgo, pero si nos quedamos sentados sin hacer nada, si no peleamos, ¿quién va a hacerlo por nosotros?”.

Hace tres años, un grupo de motociclistas asesinó al contratista de FUNAI, Maxciel Pereira dos Santos, a plena luz del día en la ciudad de Tabatinga, ubicada en el tramo principal del río Amazonas. Se sabía que Santos había tenido varios enfrentamientos con pescadores y cazadores de vida silvestre en Yavarí. Poco antes de su muerte, fue parte de un equipo que capturó a un grupo de cazadores furtivos dentro de la reserva; la banda se había robado 300 tortugas y 40 000 huevos de tortuga. El asesinato de dos Santos nunca se resolvió.

Luego de los recientes asesinatos, los líderes indígenas sienten que la lucha por preservar sus tierras y recursos se ha vuelto muy difícil. “El nivel de violencia que recibió Maxciel y la forma en que mataron a Bruno y Dom Phillips demuestra que hay un verdadero odio hacia los defensores del medio ambiente y los pueblos indígenas", reflexionó Beto Marubo, representante nacional de UNIVAJA, quien, la semana pasada, se mudó de Atalaia a Brasilia ante las reiteradas amenazas de muerte. "Creemos que hay una fuerte conexión entre lo que le pasó a Maxciel, lo que le pasó a Bruno y las invasiones al Territorio Indígena del Valle de Yavarí”, agregó.

Posibles vínculos con el crimen organizado

Los intrusos son cada vez más osados, ya no son malhechores de poca monta con una red o un rifle para cazar algo y llevarlo a casa para la cena. Los miembros de las patrullas indígenas aseguran que las bandas de caza furtiva parecen ser grupos altamente organizados, con el respaldo de una oscura red de inversionistas externos con posibles vínculos con el tráfico de drogas ilícitas. Sus barcos de pesca cuentan con motores de alta potencia y transportan grandes cantidades de combustible, costosas redes de enmalle, hielo y cientos de kilos de sal para preservar la carne de animales silvestres y el pirarucú, uno de los peces de agua dulce más grandes del mundo, que se encuentra en peligro crítico de extinción. En marzo, en una intervención policial, un grupo de agentes interceptaron a pescadores que salían de la reserva con dos docenas de tortugas de río en peligro de extinción, 300 kg de carne de animales silvestres salada y 400 kg de pirarucú salado.

El dinero que invierten los pescadores como Oliveira, los obliga a adentrarse cada vez más en el territorio de Yavarí, permanecer allí más tiempo y regresar con botines poderosos para saldar sus deudas. Según información no confirmada, es probable que Oliveira debiera más de 15 000 dólares a un financista peruano apodado “Colombia” porque una carga de su contrabando había sido interceptada por las patrullas indígenas.

Como las incursiones de los forasteros hacia lo profundo del Yavarí son cada vez más frecuentes, los líderes indígenas y sus aliados temen que pueda existir una conflagración que involucre a los nómadas no contactados que deambulan por el bosque. “Definitivamente están poniendo en riesgo a los aislados”, dice Orlando Possuelo, el hijo de Sydney, quien vive en Atalia do Norte y ha estado trabajando junto a Pereira en la capacitación de las patrullas indígenas durante los últimos dos años.

Los cazadores furtivos están saqueando a los animales de los que dependen los grupos aislados para sobrevivir. Y los grupos no contactados siguen siendo muy vulnerables a las enfermedades contagiosas, para las que tienen poca o ninguna defensa inmunológica. Por último, y quizás de manera más inmediata, está el peligro tangible de la violencia. “Estos pescadores no dudan en disparar", relata Orlando. "Si son capaces de matar fuera de la reserva, no hay duda de que la vida de los aislados corre peligro”.

Un grupo indígena no contactado no tendría forma de comunicarse pacíficamente con los intrusos que ingresan a su territorio. Probablemente, según explica Paulo Marubo, su respuesta natural sería atacar, lo que podría desatar una matanza si los intrusos reaccionan a las lanzas o flechas con balas mucho más letales. “Y todos sabemos quién gana una batalla entre personas que atacan con armas de fuego y personas que no cuentan con estas armas”, sostiene.

Con la esperanza de evitar ese alarmante desenlace, Pereira se comprometió con la causa y puso en riesgo su vida. “La mayor preocupación que tengo es el avance de los forasteros hacia los territorios de los pueblos aislados, ya sea de personas autorizadas por el gobierno o actores ilegales como madereros, mineros y usurpadores de tierras", me dijo Pereira en una llamada telefónica en 2019 después de que lo dejaron fuera de la coordinación de las tribus aisladas. "Por otro lado, está la inacción de la FUNAI y del Departamento de protección de tribus aisladas. Es una combinación muy peligrosa”.

El joven Xikxuvo Vakwë observa la llegada de un barco al río Itui en el valle de Yavarí. Los encuentros con forasteros han sido catastróficos para los pueblos aislados de la Amazonía, y eso era lo que Phillips y Pereira estaban tratando de evitar.

Fotografía de Gary Calton eyevine (270509), Redux (270412)

Los líderes indígenas de Yavarí aseguran que no se dejarán intimidar por los asesinatos de Pereira y Phillips, y que las patrullas de vigilancia seguirán en marcha.

“Su memoria fortalece nuestro espíritu de lucha y defensa del territorio", profundiza Marubo. "Antes era Bruno quien luchaba por nosotros, ahora nosotros lucharemos por él”.

Las autoridades policiales, quienes originalmente afirmaron que el crimen parecía ser consecuencia de una disputa personal, señalan que ahora están investigando un posible vínculo entre los asesinatos y una red más amplia de crimen organizado.

Scott Wallace  es profesor asociado de periodismo en la Universidad de Connecticut y autor de The Unconquered: In Search of the Amazon's Last Uncontacted Tribes.

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