Sembrando resistencia en Ñemby: autocultivo de alimentos en Paraguay
Este proyecto documental de la fotógrafa Mayeli Villalba, miembro de RUDA COLECTIVA, recibió el apoyo del Fondo de Emergencia para Periodistas por COVID-19 de National Geographic Society.

Doña Ángela Gómez posa en el maizal que sembró dos meses antes, en el pleno otoño de abril. La pandemia de la COVID-19 llegó a Suramérica al finalizar el verano de 2020, en una buena temporada para el ñemity, o cultivo en lengua guaraní. La huerta de doña Angela crece en un terreno que está pegado a su casa ubicada en el barrio Rincón de la ciudad de Ñemby en Paraguay. Desde hace varios años ella consiguió el permiso de la dueña para cultivar ahí varios de los alimentos que consume con su familia.
“Difícil es mantener los verdeos en verano porque el sol es demasiado fuerte. Ni aunque riegues dos veces al día aguantan, por eso ahora en otoño es una buena temporada para plantar”, dice Doña Ángela Gómez. En Paraguay la tierra es tan fértil en gran parte del territorio, que casi por accidente crecen frutas y verduras, al caerse las semillas del plato a la tierra roja vibrante en el patio, en las masetas del jardín o en los canteros de las calles.
Doña Angela Gómez trabaja la tierra a primeras horas de la mañana y por la tarde, en las últimas horas del sol cuando el calor disminuye su intensidad. Paraguay es uno de los países del mundo con mayor desigualdad en la tenencia de la tierra. Tal como apuntan las investigaciones de la ONG Oxfam el 85% de las tierras cultivables están en manos del 2,5% de la población. Este país ocupa el cuarto puesto en exportación de granos en el continente americano con la producción de soja, según los datos de la Cámara Paraguaya de Exportadores de Cereales y Oleaginosas (CAPECO), y dicho producto se utiliza en su mayoría para alimentar al ganado de Europa y de China.
Aunque doña Angela Gómez es la principal encargada de la huerta, su hijo y su esposo colaboran con las tareas que exigen el esfuerzo físico de más personas, y la familia completa disfruta de la cosecha. Para julio de 2020 las cifras oficiales de desempleo en Paraguay ascendían a 33.000 en plena pandemia, según informó el Viceministerio de Empleo y Seguridad Social, sin contar con las personas que dependen del empleo informal. En respuesta a la crisis, el Estado paraguayo implementó un programa de subsidios de USD 72, equivalente al 22% del salario mínimo, que no llegó a toda la población afectada.
Doña Angela Gómez cocina su cosecha de mandioca para el almuerzo. Uno de los treinta y siete productos de canasta básica que subió de precio al mes de haberse iniciado de la pandemia en Paraguay. Según informó la Secretaría de Defensa del Consumidor y del Usuario (Sedeco), el zapallo fue uno de los más afectados con un incremento del 57% en el costo. Otros productos encarecidos fueron; el popular corte de carne puchero, la zanahoria, la yerba mate, el locote o pimiento, el arroz, la naranja, el pollo entero, la papa, el locro, el pan, la carne molida, el cerdo, entre otros.
“Sabemos que esto recién empieza, la pandemia va a durar mucho y la crisis va a empeorar cada vez más. Así que nos estamos preparando como podemos para resistir y no pasar mal”, asergura Tania Rodríguez. Mucha gente en todo Paraguay decidió realizar huertas en su vivienda como estrategia para sobrellevar la crisis. El barrio Rincón de la ciudad de Ñemby en Paraguay, distante a unos 17km de la capital del país, es un ejemplo. Varias personas aprovecharon el tiempo del confinamiento y su parcela para cultivar. De izquierda a derecha: María Celia Pont, Eva Amarilla, Tania Rodríguez, Alexandra Aguirre Rodríguez, Angela Gómez, Blanca Aguirre y Elías Ayala.
