Partes recicladas de cohetes representan un sustento tóxico en Rusia

Equipos espaciales desechados de un cosmódromo secreto antiguo de la Unión Soviética cobran vida nuevamente en forma de herramientas útiles, aunque posiblemente contaminantes.

Por Michael Greshko
Publicado 6 ago 2018, 17:23 GMT-3
Un cohete en miniatura hace guardia cerca de la estación de ferrocarril de Plesetsk, un pueblo ...
Un cohete en miniatura hace guardia cerca de la estación de ferrocarril de Plesetsk, un pueblo que está aproximadamente a 4 kilómetros del cosmódromo que lleva el mismo nombre.
Fotografía de Raffaele Petralla

En el corazón del Óblast de Arcángel en el noroeste de Rusia yace el Cosmódromo Plesetsk, una base de misiles construida durante la Guerra Fría que hoy en día es una de las instalaciones de lanzamientos de cohetes más activas del mundo.

Pero, como se dice comúnmente: “Todo lo que sube tiene que bajar”.

Cada cohete lanzado de Plesetsk desecha recipientes de combustible y aceleradores usados, muchos de los cuales vuelven a caer a la Tierra en el Distrito de Mezensky ubicado en el norte, una zona restringida a más de 321 kilómetros al noreste de la base. El poblado más grande de la zona es el pueblo de Mezén, cuya población es de 3575 habitantes.

La vida en Mezén y sus alrededores no es fácil. Cada verano, los ríos que entrecruzan el área inundan las carreteras locales, lo que hace que los habitantes deban abandonar el lugar y sus bienes por la fuerza para cruzar varios ríos.

Entonces, cuando caen las partes descartadas de los cohetes sobre Mezén, los habitantes rescatan los escombros. Trozos de fuselaje se convierten en botes llamados rocketa y trineos de caza; el oro y el titanio de los restos se venden en el mercado negro de Arkhangelsk, la ciudad más grande de la región. Y los fragmentos de algunos cohetes se erigen en los jardines de sus habitantes, como si hubieran crecido árboles metálicos.

“No podía creerlo, aunque lo veía con mis propios ojos”, dice el fotógrafo italiano Rafaelle Petralla, que visitó la zona en 2017 y 2018 para documentar la inusual forma de vida aeronáutica de los habitantes.

Un secreto elaborado y posiblemente tóxico

El Cosmódromo de Plesetsk comenzó como un elaborado secreto de la Unión Soviética. El público occidental no tuvo conocimiento de la base hasta 1966, cuando estudiantes y maestros de una escuela de gramática de Reino Unido dedujeron su presencia. Le tomó otros 17 años a la Unión Soviética reconocer oficialmente su existencia.

Los secretos aún cubren toda la zona. El distrito norte de Mezensky se encuentra dentro de la “zona de seguridad fronteriza” de Rusia, lo que significa que los visitantes autorizados deben ser aprobados por el Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia. El requisito hace que casi no se vean extranjeros por allí (mucho menos fotógrafos extranjeros).

Al capturar imágenes de la vida en la región, Petralla espera que su trabajo ayude a dar a conocer las historias de sus habitantes. En especial, dice que las personas con quienes habló siguen preocupadas por los compuestos tóxicos que esparcen los cohetes.

“El gobierno no quiere rescatarlos porque es muy costoso, pero a la vez tienen materiales tóxicos”, dice Petralla. “La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (National Aeronautics and Space Administration, NASA), por ejemplo, rescata los cohetes del Océano Atlántico”. ¿Por qué no lo hace el Gobierno ruso?

Cuando caen a la Tierra, los impulsores usados de Plesetsk aún contienen heptil, un propulsor para cohetes altamente tóxico y posiblemente cancerígeno. Los investigadores están estudiando de forma activa la contaminación del heptil en el Cosmódromo de Baikonur, un sitio de lanzamiento en Kazajistán.

Si bien en Óblast de Arcángel, la región que comprende Mezén y Plesetsk, los registros de cáncer no indican picos inusuales en relación con el resto de Rusia, Petralla dice que los habitantes locales se mantienen firmes respecto al daño del heptil.

Bulat Kenessov, un químico analítico de la Universidad Nacional de Al-Farabi Kazakh que estudia el heptil en Baikonur, dice que los peligros sanitarios de Plesetsk merecen ser observados con atención, en especial los grandes derrames de propulsor en el mismo cosmódromo.

“Los riesgos para la salud humana están presentes y deben ser estudiados”, dice Kenessov. “Los investigadores locales tienen equipos de excelencia y un personal altamente calificado. Hacen todo lo posible, pero sus capacidades se ven limitadas debido a la baja financiación”.

Un poblado encantador a orillas del Río Mezén, el pueblo de Kimzha fue nombrado en 2016. Desde la década de 1960, decenas de cohetes han caído en los bosques que rodean Kimzha.
Fotografía de Raffaele Petralla
loading

Descubre Nat Geo

  • Animales
  • Medio ambiente
  • Historia
  • Ciencia
  • Viajes
  • Fotografía
  • Espacio
  • Video

Sobre nosotros

Suscripción

  • Regístrate en nuestro newsletter
  • Disney+

Síguenos

Copyright © 1996-2015 National Geographic Society. Copyright © 2015-2024 National Geographic Partners, LLC. Todos los derechos reservados