¿Qué es lo peor que podría pasar con la erupción del Taal en Filipinas?
Con millones de personas en peligro, los expertos están analizando erupciones pasadas para comprender las amenazas que puede producir este pico.
Normalmente, las vistas desde la cámara web del lago Taal, en Filipinas, muestran las nubes moviéndose sobre las plácidas aguas del lago con laderas verdes que se elevan en la distancia. La tarde del 12 de enero, esta escena tranquila se vio interrumpida súbitamente por un torrente de gas y ceniza caliente antes de que la oscuridad engullera la cámara.
Esta avalancha marcó el comienzo de una secuencia de erupciones inquietante en el volcán Taal, ubicado en la isla de Luzón. El primer día, los estallidos freáticos crearon columnas de ceniza de 14 kilómetros de altura. La vorágine oscura se vio iluminada por exhibiciones asombrosas de relámpagos volcánicos y una miríada de terremotos volcánicos intensos sacudieron la región. El 13 de enero, la erupción se volvió más magmática cuando empezaron a surgir fuentes de lava del cráter principal.
Al cierre de esta edición, la ceniza aún cubría Filipinas, incluida la capital, Manila, a unos 100 kilómetros al norte del volcán. Se han cancelado vuelos, se han cerrado escuelas e instituciones públicas y se ha evacuado a decenas de miles de personas tanto de la isla volcánica del lago Taal como de las vastas orillas que lo rodean.
Hasta la fecha, no se han producido víctimas y cabe la posibilidad de que la erupción se extinga. Con todo, es probable que muchas personas permanezcan en zonas de alto riesgo y «la explosión más grande no siempre se produce al principio de una erupción. En una escala temporal mucho más larga que el peligro de un huracán, puede pasar otra cosa aún más grande», explica Jenni Barclay, vulcanóloga de la Universidad de East Anglia.
Las erupciones pasadas del Taal demuestran que este volcán puede ser muy letal, ya que se ha cobrado miles de vidas en su historia documentada. Si este último fenómeno se vuelve más explosivo —una posibilidad que preocupa mucho a los científicos—, podría producir una plétora de peligros volcánicos, como la caída de escombros rocosos por el lago o tsunamis.
"Es un volcán que debe tomarse en serio", afirma Beth Bartel, especialista de divulgación de UNAVCO, un consorcio geocientífico de universidades e instituciones científicas.
El historial del Taal
El Taal, que cuenta con un suministro abundante de magma, es uno de los volcanes más activos de Filipinas y ha entrado en erupción decenas de veces en los últimos siglos. Algunas de las erupciones pasadas figuran entre las más intensas de la historia del país. Pero el volcán Taal suele ser engañoso.
Muchas de estas erupciones históricas tuvieron lugar en la isla volcánica en medio del extenso lago Taal. Sin embargo, el volcán entero es mucho mayor que su fortaleza rocosa visible: es una caldera gigantesca. El lago Taal esconde gran parte de la caldera y solo una pequeña parte del volcán se sitúa sobre las aguas.
Esto plantea un problema no solo para quienes viven en la isla volcánica central, sino también para los 25 millones de personas que viven en un radio de casi 100 kilómetros del volcán, entre ellas la gran población a orillas del lago Taal.
Debido a los intensos terremotos volcánicos y la actividad eruptiva, el Instituto de Vulcanología y Sismología de Filipinas, PHIVOLCS, ha fijado el nivel de alerta en cuatro, lo que significa que es posible que ocurra una erupción explosiva peligrosa en cuestión de horas o días.
Un vínculo con el pasado
Para comprender qué significa, los expertos pueden analizar el pasado en busca de pistas. Ed Venzke, gestor de la base de datos del Programa Global de Vulcanismo del Instituto Smithsonian, explica que la erupción pasada más reciente en el Taal fue una pequeña erupción freática en 1977.
Aunque no se ha producido una erupción durante décadas, el volcán «lleva mucho tiempo agitado», afirma Amy Donovan, experta en riesgos volcánicos de la Universidad de Cambridge. Los paroxismos del Taal, que suelen ser moderados comparados con otras erupciones volcánicas, han sido violentos y explosivos y, debido a la gran cantidad de personas que viven en los alrededores, también han resultado mortales.
La mayor producción de ceniza que suele acompañar las explosiones más grandes agravará la situación. La ceniza puede contaminar el suministro de agua, dañar la infraestructura electrónica, sofocar la agricultura y matar animales de granja y mascotas. También puede matar a las personas si inhalan una cantidad suficiente; inhalar ceniza volcánica siempre es malo, pero quienes ya padecen enfermedades respiratorias corren más peligro, así como los ancianos y los niños.
El Taal, ya mediante la mezcla explosiva de agua y magma o solo mediante la actividad magmática, ha producido nubes atronadoras de alta velocidad de ceniza, escombros y gas ardientes llamadas flujos piroclásticos que han matado a miles de personas en breves instantes. Boris Behncke, vulcanólogo del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia, compartió algunos ejemplos en Twitter, como los flujos de una erupción de 1911 que mató a 1335 personas en la isla central.
Donovan indica que la hipótesis razonable más pesimista no solo incluiría flujos piroclásticos, sino también oleadas de ceniza y gas abrasador a baja altitud que, por su baja densidad, podrían rebotar literalmente sobre el agua. Estas oleadas basales —un término tomado de la ciencia de las explosiones nucleares— «pueden arrasar todo a su paso, incluso la orilla del lago del lado opuesto», explica Bartel.
Es más, si las explosiones desplazan partes de la isla volcánica y se caen al lago Taal, eso podría generar tsunamis que anegarían las orillas del lago. Como puso de manifiesto una erupción en el volcán indonesio Krakatoa en diciembre de 2018, solo hace falta un pequeño colapso volcánico para generar un tsunami letal.
Aunque no se produzcan tsunamis, la caída de escombros y los seísmos volcánicos pueden provocar olas con potencial destructivo denominadas seiches; si esos escombros tienen energía suficiente, pueden aterrizar directamente en las orillas del lago.
El futuro del Taal
Pronosticar erupciones es una tarea difícil. Donovan señala que no sabemos cómo han cambiado las propiedades del magma bajo el Taal desde la erupción de 1977. Y aunque analizar erupciones pasadas en busca de pistas ayuda, el pasado no puede revelarlo todo. "Cada erupción es diferente. No hay garantías", afirma Venzke.
Según Donovan, es posible que este futuro sombrío no llegue y que ya hayamos visto lo peor que tenía reservado el Taal esta vez: "Quizá solo genere un poco de ceniza y unas cuantas fuentes de lava y después se vuelva a dormir".
Por otra parte, James Hickey, vulcanólogo y geofísico de la Universidad de Exeter, indica que quizá estemos presenciando la salva inicial de una secuencia de erupciones mucho más prolongada. Aunque la erupción se vuelva más explosiva, es posible que se produzcan algunos, todos o ninguno de estos peligros.
Con todo, Donovan afirma que es sensato que los habitantes de la región asuman que están ante la peor situación posible y tomen medidas razonables y responsables. Para quienes aún sigan cerca del Taal y no hayan seguido las instrucciones de evacuación, lo mejor es alejarse cuanto antes de las zonas bajas cercanas al volcán y seguir las actualizaciones de las autoridades locales.
Entre tanto, los vulcanólogos aguardarán con ansiedad, ya que las lecciones del pasado evidencian lo peligroso que puede ser este pico en particular.
"Cuando ayer vi que el Taal había entrado en erupción, me quedé horrorizado", afirma Bartel.