Adéntrate en las comunidades indígenas amazónicas amenazadas en Perú y Brasil

Cinco familias awá de Posto Awá, un puesto de avanzada creado por la agencia de asuntos indígenas del gobierno brasileño, emprendieron una excursión nocturna al interior del bosque. Los awá como todos aquello que viven en comunidades asentadas y extrañan el bosque, especialmente los miembros mayores que crecieron allí, hacen estas incursiones para reconectarse con sus costumbres tradicionales. Recién en 1987, Brasil implementó su actual política de no contacto para los grupos indígenas aislados.
Foto de "Isolated Nomads Are Under Siege in the Amazon Jungle", octubre 2018
En Posto Awá, estas aldeanas disfrutan de un baño matutino. Las tortugas de patas rojas y amarillas que sostienen probablemente acaben siendo una fuente de alimento.
Foto de "Isolated Nomads Are Under Siege in the Amazon Jungle", octubre 2018
Los awá asentados provocaron este incendio para despejar los campos de mandioca en las afueras de puesto gubernamental de Juriti. Este grupo se dedica a la agricultura, pesca, caza y búsqueda de alimentos, mientras que los awá nómadas aislados viven principalmente de la búsqueda de alimentos y la caza.
Foto de "Isolated Nomads Are Under Siege in the Amazon Jungle", octubre 2018
Kaiau, de cinco años, tiene un mono saki sobre la cabeza. Los awás cazan monos para comer su carne, y cuando matan a una madre con un bebé, suelen llevarse al mono huérfano para tenerlo como mascota.
Ayrua, con su mascota saki, fue contactada por agentes de asuntos indígenas en 1989. Los awá en los puestos de avanzada del gobierno continúan cazando animales como tapires y pecaríes, así como varios monos, para complementar su dieta.
Un capuchino Cebus kaapori actúa de corona sobre Ximirapi, quien abandonó el asentamiento de Posto Awá en la década de 1990 para ir a otro en Tiracambu, creyendo que habría mejores posibilidades de caza y menos hacinamiento.
Gazielly posa con un capuchino marrón de Guyana, la mascota de la familia. Vive en la comunidad awá que se asentó en el puesto gubernamental de Tiracambu.
Los adultos mayores de la comunidad awá bailan en estado de trance para comunicarse con los karawara (sus antepasados), y otros espíritus del bosque. La ceremonia tiene un papel clave en la vida espiritual de la tribu, porque los ayuda a salvaguardar las tradiciones amenazadas ante el avance de los colonos que codician sus tierras e invaden su territorio, y los madereros y mineros que roban sus recursos.
Los miembros de la tribu gajajara trabajan como Guardianes del Bosque voluntarios. El grupo local se encarga de proteger la Tierra Indígena Arariboia de las constantes invasiones de madereros ilegales, y de salvaguardar a varias familias awá aisladas que todavía deambulan por la reserva.
Trenes de 1,5 km de largo cargados de mineral de hierro pasan por las comunidades indígenas de Posto Awá y Tiracambu en ruta desde la mina de mineral de hierro a cielo abierto más grande del mundo hasta el puerto atlántico de São Luís, donde el mineral se carga en barcos, muchos con destino a China. Cuando se construyó el ferrocarril en los años setenta y ochenta, atravesaba las tierras tradicionales awá.
El río Yurúa fluye cerca de la frontera entre Perú y Brasil. La tala ilegal en los bosques protegidos de la zona abastece de madera como la caoba de hoja grande a los mercados mundiales. La tala también amenaza la supervivencia de las 15 tribus aisladas que quedan en el país.
Cuando los misioneros entraron en contacto con algunos miembros de la tribu mastanahua en 2003, solo Shuri, sus dos esposas y su suegra decidieron romper con su aislamiento en el bosque. Comercian con los aldeanos locales y se mantienen en contacto con los aproximadamente 20 miembros migratorios de su grupo.
En el Parque Nacional Alto Purús de Perú viven, al menos, dos tribus aisladas. Sin la protección que reciben por estar dentro del parque (creado en 2004) es probable que ya hubiesen vivido la presión de tener que abandonar forzosamente su aislamiento a causa de los traficantes ilegales de madera y drogas.
La ciudad de Pucallpa, en el río Ucayali, es el centro de la industria maderera en la Amazonía peruana. Hasta hace una década, la demanda mundial de caoba dejaba desnudos los bosques aledaños, cuyas extensiones más grandes se encuentran ahora en reservas protegidas.
En la década de 1990, los madereros entraron en contacto con Candida Campos Orbe y su familia de forma forzosa para quitar del bosque a los grupos aislados que pudieran interferir con sus operaciones. Ella y su familia ahora viven en una casa en Victoria II, una aldea en el río Yurúa. Y se encuentran en una etapa que se denomina "contacto inicial", lo que significa que han salido del aislamiento, pero aún no han podido atravesar todo el proceso de asimilación.
En el río Yurúa, Gerson Mañaningo Odicio vive en un lugar donde pasan nómadas, que a veces roban la cosecha y bienes de los aldeanos, como machetes y ropa. El gobierno de Perú no compensa esas pérdidas, lo que genera un gran resentimiento que puede derivar en violencia hacia los nómadas.
En un viaje de pesca familiar en 2005, la madre de Robaldo Malengama Mañaningo y Dicia Malengama Mañaningo fue asesinada por miembros de la tribu aislada mascho piro.
Los miembros de la tribu mashco piro asesinaron a la esposa de Eduardo Aguilar Malengama (madre de Robaldo y Dicia) en un ataque que pudo haber sido una represalia contra los madereros. En venganza, su aldea reunió una milicia y mató a varios miembros de la tribu.
En la década de 1990, los madereros decidieron apartar del bosque a Rosaura Vásquez Ríos y otros miembros del grupo aislado chitonahu para que no interfirieran en sus operaciones.
Esta imagen, tomada desde un avión, muestra un asentamiento aislado en la Reserva Comunal Purús. Se cree que las cabañas pertenecerían a miembros de la tribu mastanahua. Las comunidades indígenas vecinas pueden acceder a la zona para realizar actividades de subsistencia, lo que a veces deriva en conflictos con los grupos aislados que viven allí.
Estas dos niñas huni kuin viven en la remota comunidad de Curanjillo, cuyas fincas a veces son asediadas por grupos aislados. La ciudad está ubicada en un arroyo que los indígenas aislados utilizan para llegar al río Curanja.
La comunidad huni kuin de Santa Rey, con 200 habitantes, accede a una parcela de tierra comunal. El gobierno peruano otorgó títulos de propiedad a varios pueblos indígenas a lo largo del río Curanja en la década de 1990.
La hija de Rosaura, Miluska Jimena Sánchez Canayo, vive en Victoria II pero aquí está en el pueblo de Puerto Breu, donde su familia intercambia carne de monte, plátanos y pescado por artículos como jabón y gasolina.
