La magia colorea el cielo de Bali con el regreso de su festival de cometas

Este espectáculo hipnótico recupera una tradición apreciada desde hace tiempo y trae consigo un repunte del turismo.

Un hombre observa cómo vuelan las cometas tradicionales bebean durante el Festival de Cometas de Bali en Sanur, una región playera de la isla indonesia. La bebean, una cometa con forma de pez, es una de las más populares. Cada año, el festival que celebra la herencia de vuelo de cometas de Bali atrae a equipos de toda Bali y del mundo entero.

Fotografía de Putu Sayoga National Geographic
Por Nina Strochlic
Publicado 16 sept 2022, 08:59 GMT-3

Cuando el viento comienza a levantarse a finales de mayo sobre la isla de Bali, en Indonesia, los cielos se tiñen de colores, rojos, amarillos y negros que anuncian la llegada de la temporada de cometas o barriletes.

Para el fotógrafo balinés Putu Sayoga se trata de un pasatiempo veraniego que evoca alegres recuerdos de la infancia. Cuando era pequeño, veía a los niños mayores tirar de las cometas por los campos de arroz cerca de su pueblo, Tunjuk, después de la temporada de cosecha.

A veces dejaban que Sayoga atara el hilo a la cometa, y él miraba con envidia cómo danzaba en el cielo. Intentó hacer su propio barrilete, pero le costó dar forma a los palos de bambú para que sostuvieran el papel de colores. Un niño mayor que aprendió a hacer cometas con su padre y su tío ayudó a Sayoga y a sus amigos, al fabricar una cometa de frijol con forma de pez, considerada la más fácil de volar.

Quién es Rare Angon, el dios que inspira el festival de cometas

Cuando el viento no llegaba (y rara vez soplaba por los campos con la misma fuerza que en las playas) los chicos soplaban con fuerza, y representaban historias de Rare Angon, el dios hindú venerado por los voladores de cometas. Según la tradición, su flauta mágica atraía al viento. Se dice que las cometas que bailan con esas ráfagas ayudan a los agricultores a alejar las plagas de sus cosechas.

“No había mucho más que hacer en las largas tardes de verano cuando era niño, a principios de los años 90. En aquella época no había teléfonos móviles", recuerda entre risas.

Cuándo comenzó el festival de cometas de Bali

En la década de 1970, los visitantes extranjeros comenzaron a acudir en masa a las playas de arena blanca de Bali y en 1978 la isla puso en marcha un festival anual de cometas en las populares playas de Padang Galak y Mertasari que rápidamente se convirtió en una gran competición. Decenas de equipos de los pueblos cercanos, junto con los visitantes que aprenden a construir y volar cometas al estilo balinés, luchan por ser los mejores voladores de la isla.

En el festival vuelan cuatro estilos de cometas: el pájaro o dragón adornado y de cola larga; el pez, quizá el más popular; y la hoja, considerada la más difícil de volar por su forma curva. Un cuarto tipo de cometa queda abierto a la imaginación, y los participantes pueden adaptar la cultura y la historia balinesas en los cielos. Los jueces puntúan a cada equipo en función de la estética de la cometa, su ngonyah (la suavidad con la que se mueve con el viento) y la delicadeza con la que aterriza.

El festival de cometas de Bali y la COVID-19

La pandemia del COVID-19 puso en suspenso el festival. Los seis millones de turistas extranjeros anuales de Bali desaparecieron y la economía se hundió. Pero en ausencia de turistas, Sayoga redescubrió la belleza del vuelo improvisado de cometas. Estas eran una actividad barata al aire libre, y el año pasado empezó a fotografiar este pasatiempo.

Un día, Sayoga vio una colorida vela en lo alto. En un pequeño camino lateral, encontró un festival ilícito. La policía había expulsado a los voladores de cometas de la playa, así que se habían trasladado a un discreto arrozal. Sayoga preguntó si podía documentarlo y ellos aceptaron, siempre y cuando apuntara su lente a las cometas y no a sus rostros.

Este año, el festival oficial de cometas ha vuelto a las playas de Bali, pero los festivales informales, como el que fotografió Sayoga, también han permanecido. Para el fotógrafo, quien durante mucho tiempo había evitado los abarrotados festivales anteriores a la pandemia, estas reuniones íntimas le han ayudado a redescubrir el entretenimiento que le gustaba de niño: ver a sus amigos y vecinos aprovechar los vientos. Ahora, cuando va a contemplar el vuelo de las cometas, puede dejar deliberadamente su cámara en casa.

"La semana pasada visité un pequeño festival y fui solo por diversión", cuenta. 

Putu Sayoga es un fotógrafo documentalista afincado en la isla de Bali, Indonesia. En su trabajo explora temas de historia, cultura, política y medio ambiente.

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