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Página del fotógrafo
Gui Christ
La voluntaria de la Unión de Residentes de Paraisópolis Amanda Barros Vasconcelos Silva, derecha, registra en el programa de comidas gratis a una residente desempleada. La residente perdió su trabajo por la pandemia.
El Dr. Ricardo Vieira da Silva, izquierda, y Patricia Kele viajan en una ambulancia como parte de una “brigada de traslado” enviada a los hogares de las personas con probables síntomas de la COVID-19. Como los vehículos de emergencia del sistema de salud público tardan horas en llegar— eso si ingresan a la favela— la comunidad ha utilizado fondos donados para alquilar tres ambulancias.
El Dr. Ricardo Viera da Silva, derecha, camina con su equipo para hacer una visita a domicilio en la favela. "Es una comunidad muy pobre, y es muy común encontrar familias con cuatro o cinco hijos, y, a veces, hasta 10 integrantes viven en una pequeña habitación, lo que dificulta aún más nuestro trabajo ya que tenemos que aislar a la familia completa”.
Los bomberos enseñan primeros auxilios a los miembros de la Unión de Residentes de Paraisópolis que se han presentado voluntarios para participar en el recién creado programa de COVID-19.
Las voluntarias de la Asociación de Mujeres de Paraisópolis preparan hasta 6000 comidas gratis por día para entregar a los residentes que están en cuarentena en un intento por prevenir la propagación del nuevo coronavirus. Las comidas son un salvavidas para los pobres.
Maria Angelica de Araújo Costa entrega la comida y rocía desinfectante en las manos de una residente. El agua potable es escasa en la favela.
Antonio Humberto Souza frente a su tienda de agua mineral.
Ante el poco apoyo gubernamental, las residentes de Paraisópolis hacen lo que pueden para ayudar a su comunidad. Estas voluntarias producen mascarillas en un taller de costura ubicado en un centro de cuidados para la tercera edad.
La extensa favela de Paraisópolis, hogar de más de 100.000 residentes, está rodeada por levantamientos altos en el vecindario de Morumbi, uno de los más ricos de la ciudad. La falta de servicios gubernamentales en la favela ha hecho que la asociación de residentes locales haya brindado los suyos para combatir la pandemia de coronavirus.
Una familia desayuna en la cocina. Los lugares estrechos en la favela hacen que sea casi imposible para los residentes seguir las recomendaciones pensadas para ralentizar la propagación del nuevo coronavirus; por lo que la comunidad se vuelve especialmente vulnerable a las infecciones.