Argentina: encuentran una nueva especie de rana conservada en una regurgitación fosilizada de unos 60 millones de años

El descubrimiento de la Calyptocephalella sabrosa se dio a partir de una egagrópila fósil, una bola con restos alimenticios no digeridos y regurgitados por un ave, extraída de rocas sedimentarias del comienzo de la Era Cenozoica en la provincia de Chubut.

Por Redacción National Geographic
Publicado 12 ago 2020, 17:08 GMT-3

Egagrópila fósil de ave. Se estima tiene unos 60 millones de años de antigüedad.

Fotografía de Agustín Martinelli

Hace unos 18 años, en la localidad chubutense de Punta Peligro, una expedición encabezada por el paleontólogo argentino Guillermo Rougier (investigador de la University of Louisvill, Estados Unidos), dio con unos restos fósiles de una rana que estaban preservados en una estructura poco habitual. A diferencia de otras veces, los huesos del animal no estaban ni separados ni articulados, más bien aparecían como anudados entre sí. Ahora, un equipo de especialistas, liderado por Paula Muzzopappa, investigadora del CONICET en el Centro de Ciencias Naturales, Ambientales y Antropológicas de la Universidad Maimónides (CCNAA,  MAIMONIDES), han resuelto el misterio de estas enigmáticas piezas.

En un trabajo publicado en la revista especializada Papers in Palaeontology, se confirma que se trata de una egagrópila fósil, excepcionalmente preservada en tres dimensiones, en cuyo interior estaba el esqueleto parcial de la rana.

¿Qué es una egagrópila? Es una pelota de restos de alimentos consumidos que no fueron digeridos (como huesos, pelos, cutículas de insectos, etc.) y por ello son regurgitados. Estas estructuras son producidas por algunos grupos de aves, entre los cuales se encuentran las lechuzas y los búhos como principales exponentes, según se explica en un comunicado compartido por Muzzopappa a este medio y también una publicación en la web oficial del CONICET.

Ilustración de referencia sobre el momento en que el ave podría haber captado a la rana.

Fotografía de Fernando Garberoglio

Las características del fósil estudiado permitieron que sea interpretado como una egagrópila producida por un ave de presa que habitó esa región. El descubrimiento se realizó sobre la costa atlántica de la provincia de Chubut, dentro de rocas sedimentarias que tienen aproximadamente 60 millones de años de antigüedad, es decir de los comienzos de la Era Cenozoica.

Paralelamente, también se llegó a la conclusión de que los huesos preservados dentro de esta bola regurgitada correspondían a los de una rana desconocida aún para la ciencia. El estudio de estos delicados huesos permitió reconocer que se trataba de una especie emparentada con la rana grande chilena, Calyptocephalella gayi, que actualmente vive exclusivamente en lagunas del centro de Chile. La nueva especie fue denominada Calyptocephalella sabrosa en virtud de haber sido el “sabroso” alimento de otro animal.

Para el estudio de este particular fósil se realizó una microtomografía computada en un potente microtomógrafo del Y-TEC (YPF Tecnología, Provincia de Buenos Aires) con el fin de acceder a los huesos ocultos en el interior de la egagrópila y de preservar, al mismo tiempo, su estructura. La nueva especie forma parte de un género de ranas que estuvo presente en la Patagonia desde fines de la Era Mesozoica y, tras sobrevivir a la catástrofe que llevó a la extinción a los dinosaurios, fue especialmente abundante en las faunas del Cenozoico patagónico. Hace unos 15 millones de años este género de ranas se extinguió del territorio argentino y quedó restringido al chileno, representado únicamente por la especie ya mencionada, Calyptocephalella gayi.

Trabajo de campo en la localidad chubutense de Punta Peligro, en una expedición encabezada por el paleontólogo argentino Guillermo Rougier.

Fotografía de Guillermo Rougier

El equipo de trabajo estuvo conformado por Paula Muzoppapa y Juan Pablo Garderes, investigadores del CONICET en la Fundación Azara—Universidad Maimónides; Agustín Martinelli, del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”; y Guillermo Rougier de la Universidad de Louisville, Estados Unidos.

Fuentes:

Paula Muzoppapa - investigadora del CONICET en el Centro de Ciencias Naturales, Ambientales y Antropológicas de la Universidad Maimónides (CCNAA,  MAIMONIDES)

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