¿Vacunas más efectivas? Las inyecciones dirigidas a las células T se muestran prometedoras

Los primeros ensayos sugieren que las vacunas que activan estas células inmunitarias funcionan mejor y más rápido y pueden proteger a las personas con sistemas inmunitarios debilitados.

Por Priyanka Runwal
Publicado 29 abr 2022, 09:00 GMT-3

Micrografía electrónica de barrido en color mejorado de una célula T humana del sistema inmunitario de un donante sano. Las células T pertenecen a un grupo de glóbulos blancos que desempeñan un papel fundamental en la defensa del organismo contra los virus, incluyendo el SARS-CoV-2 que causa la COVID-19.

Fotografía de Science Source

Las vacunas contra la COVID-19 hacen un gran trabajo en la prevención de enfermedades graves en la mayoría de las personas, pero no funcionan bien para aquellos con un sistema inmunológico severamente comprometido.

En las personas sanas, las vacunas actuales actúan desencadenando la producción de anticuerpos que se unen al virus SARS-CoV-2 que causa la COVID-19, impidiendo que este infecte las células sanas. Pero para las personas con pocos anticuerpos, incluyendo a los pacientes con cáncer de sangre o que toman medicamentos que suprimen su respuesta inmunológica, la respuesta del cuerpo es menos eficaz.

Jonas Heitmann, hematólogo y oncólogo del Hospital Universitario de Tubinga, Alemania, reconoció que muchos de sus pacientes con cáncer tenían un alto riesgo ante la COVID-19 y sabía que necesitaban un tipo diferente de vacuna.

Heitmann y otros investigadores han demostrado que las células inmunitarias llamadas células T, que estimulan la respuesta inmunitaria del cuerpo y matan a las células infectadas por el SARS-CoV-2, fueron capaces de actuar cuando la presencia de anticuerpos era limitada.

Actualmente, él y sus colegas han desarrollado una vacuna que activa específicamente las células T y que ya está siendo probada en ensayos clínicos en Alemania.

Heitmann y su equipo esperan que esta vacuna consiga “proteger a los que no pueden beneficiarse de las vacunas actualmente aprobadas”.

No son los únicos que están trabajando en vacunas de células T. Los científicos han sospechado durante mucho tiempo que las vacunas dirigidas a las células T podrían eliminar las infecciones virales más rápido que las vacunas aprobadas hoy en día y proporcionar protección durante un plazo mayor contra enfermedades graves, ya que los anticuerpos decaen unos meses después de la vacunación.

Otra ventaja de las vacunas de células T es que, dado que reconocen características del SARS-CoV-2 que son comunes a muchas variantes y virus similares y estrechamente relacionados, podrían proporcionar una amplia protección contra futuras infecciones por coronavirus, afirma Ramon Arens, inmunólogo de la Universidad de Leiden, en los Países Bajos.

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¿En qué se diferencian las vacunas de células T?

El lote actual de vacunas está diseñado para enseñarle a los glóbulos blancos, llamados células B, a producir anticuerpos que reconozcan y se acoplen a las proteínas que se encuentren en la superficie del virus, como la proteína de la espícula, la parte del virus que le ayuda a unirse a las células.

Cuando los anticuerpos se unen a un virus, éste no puede infectar la célula. El problema es que la proteína de la espícula muta con frecuencia, cambiando su aspecto y evadiendo los anticuerpos que ya no la reconocen.

A diferencia de los anticuerpos, las células T “ven” muchas otras partes del virus: tanto las partes que cambian, incluyendo la proteína de la espícula, como las que no. Los científicos están diseñando vacunas de células T contra la COVID-19 que ayudan a las células T a reconocer muchas de las proteínas ocultas en el interior del SARS-CoV-2, así como las que aparecen en su superficie.

Debido a que los científicos no siempre saben qué proteínas virales tendrán éxito en la activación de las células T del cuerpo, usaron un algoritmo para rastrear el código genético de SARS-CoV-2 en busca de las proteínas adecuadas y luego probaron candidatos en el laboratorio para encontrar la combinación más efectiva.

La vacuna de Heitmann y su equipo, llamada CoVac-1, contiene un cóctel de seis fragmentos de proteínas virales sintéticas. La mezcla incluye un fragmento derivado de la proteína de la espiga, así como otros de la envoltura del virus, la membrana, que es la que regula la entrada a las células huésped, y de la cápside que encapsula el material genético del virus.

Una empresa francesa de biotecnología llamada Osivax ha estado probando una vacuna de células T para la influenza y ahora también está desarrollando una contra el SARS-CoV-2 y los coronavirus estrechamente relacionados.

Otras vacunas, como la desarrollada por la empresa de biotecnología Vaxxinity, con sede en Texas, activan tanto las células B como las T utilizando una mezcla de fragmentos de proteínas sintéticas de la proteína de espiga, cápside y membrana del SARS-CoV-2.

¿Las vacunas de células T son mejores para todos?

Muchas de estas vacunas de células T se encuentran en las primeras fases de prueba, por lo que resulta demasiado pronto para saber si son mejores para proteger a todo el mundo contra la COVID-19 en comparación con las vacunas utilizadas actualmente, que también provocan una respuesta de las células T.

Sin embargo, científicos como Heitmann creen que es muy probable que funcionen mejor que las opciones existentes para las personas gravemente inmunodeprimidas.

En un ensayo combinado de fase uno y dos, el equipo de Heitmann probó la CoVAC-1 en pacientes incapaces de producir anticuerpos debido a una enfermedad subyacente. Los datos preliminares de 14 participantes (muchos de los cuales recibieron dosis de vacunas de ARNm que no resultaron eficaces) indicaron que 13 tuvieron una respuesta medible de las células T.

Aún se desconoce si eso es suficiente para proteger contra la COVID-19, o al menos contra los resultados graves de la enfermedad. Pero hay evidencia preliminar del laboratorio de la Universidad de Leiden, en los Países Bajos, que aún no han sido revisadas por expertos, que demuestran que los ratones vacunados con tres dosis de una vacuna de células T específica para roedores estaban protegidos contra una infección letal de SARS-CoV-2.

Shane Crotty, inmunólogo del Instituto La Jolla de Inmunología, en California, sostiene que las vacunas de células T tienen un inconveniente. Muchas de las células T activadas por una inyección intramuscular en el brazo tienden a circular por el flujo sanguíneo en lugar de concentrarse en la nariz o la garganta, en donde el cuerpo se encuentra por primera vez con el virus del SARS-CoV-2 transmitido por el aire. Lleva unos días hasta que las células T activadas por la vacuna lleguen a esos lugares y controlen el virus, afirma.

Crotty sugiere que las vacunas de células T podrían tener un mayor impacto si generasen células T locales que se encuentren con el virus en el puerto de entrada. Eso significaría administrar la vacuna por la nariz, lo cual es complicado.

Los científicos tampoco saben aún qué nivel de células T se requiere para proteger contra la COVID-19, pero Crotty sospecha que una vacuna de células T podría ayudar a las personas que portan niveles casi indetectables de SARS-CoV-2 durante semanas o años, lo que algunos investigadores creen que es una de las causas de la serie de síntomas persistentes conocidos colectivamente como COVID de larga duración.

Después de todo, el trabajo de ciertas células T es eliminar las células infectadas. “Así que si tenías una vacuna que estaba haciendo bien ese trabajo”, especula Crotty, “esto podría tener un beneficio adicional en la reducción de algunos aspectos de la COVID de larga duración”.

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