Con el aumento de las temperaturas ¿Se atenuará el brote de coronavirus?

En general, en el hemisferio norte, la temporada de gripe termina en los meses de marzo y abril, pero ¿ocurrirá lo mismo con el coronavirus? Los anteriores brotes de coronavirus pueden aportar algunas pistas.

Por Sarah Gibbens
Publicado 28 feb 2020, 13:50 GMT-3
Una aldeana trabaja en un campo en la provincia china de Jiangxi el 18 de febrero ...
Una aldeana trabaja en un campo en la provincia china de Jiangxi el 18 de febrero de 2020, en pleno brote de coronavirus. Algunos virus, como los que causan la gripe, son estacionales. Eso significa que se propagan más fácilmente en el aire frío y seco. Aún se desconoce si el nuevo coronavirus actuará del mismo modo.
Fotografía de Liu Haojun Xinhua, Eyevine, Redux

Lamentablemente, aún no se sabe si el coronavirus que se está propagando por el mundo coincidirá con la temporada de gripe y si remitirá con la llegada de la primavera. Los científicos sostienen que es demasiado pronto para saber cómo se comportará el nuevo virus frente a temperaturas más cálidas.

La familia de los coronavirus comprende decenas de virus, pero son siete los que afectan a los humanos. Cuatro de ellos provocan resfríos leves, mientras que los otros son más nuevos, mortales y se cree que los transmiten ciertos animales, como los murciélagos y los camellos. Las autoridades sanitarias han denominado SARS-CoV-2 al nuevo virus, y COVID-19 a la enfermedad que provoca.

La posibilidad de que el verano pueda evitar una pandemia resulta alentadora. A principios de este mes, el presidente estadounidense Donald Trump se expresó en Twitter acerca de los esfuerzos de China para contener el virus, y sostuvo que “están dando sus frutos, sobre todo cuando empiece a hacer más calor”.

Los virus que provocan la gripe o resfríos más leves por coronavirus tienden a mermar en los meses más cálidos porque, según los científicos, estos tipos de virus se caracterizan por la “estacionalidad”, por lo que podría decirse que los comentarios del presidente estadounidense tienen cierta base científica. De todos modos, se desconoce si el SARS-CoV-2 se comportará de la misma manera. Quienes actualmente estudian la enfermedad sostienen que su investigación se encuentra en una fase demasiado preliminar como para predecir la respuesta del virus al cambio de tiempo.

“Espero que pueda demostrarse la estacionalidad, pero todavía no se sabe mucho”, afirma Stuart Weston, investigador de la Universidad de Maryland, donde se está estudiando el virus.

Hasta el martes a la mañana, se confirmaron más de 80.000 casos de coronavirus en 34 países diferentes, y los expertos afirman que es probable que la enfermedad continúe propagándose.

En general, ¿qué sabemos sobre los virus?

En términos muy básicos, se puede pensar en la gripe y los coronavirus como un conjunto de proteínas y lípidos. La transmisión de una persona a otra se produce mediante el contacto físico, pero el virus también puede existir en superficies sólidas o en la tos que expulsa una persona enferma.

Cuando está fuera del cuerpo humano, el virus se expone a fuerzas externas que lo debilitan. El alcohol de los desinfectantes para manos, por ejemplo, desintegra estas proteínas y lípidos. Esto hace que el virus sea menos estable y que tenga menos probabilidades de provocar una infección.

La mayor parte de la investigación sobre la estacionalidad de los virus se ha centrado en los que causan la gripe, enfermedad típica de los meses invernales. En general, la “temporada de gripe” comprende el periodo entre octubre y marzo o abril, y los científicos han elaborado una serie de teorías para explicar esto.

Algunos sugieren que el confinamiento en lugares cerrados para escapar del frío aumenta las posibilidades de contagio entre las personas. Para comprender por qué existe un mayor número de casos de gripe en las latitudes septentrionales durante el invierno, se ha analizado cómo se propaga el virus con diferentes niveles de humedad y temperatura.

Un estudio reciente sugiere que el aire seco y frío también contribuiría a que los virus permanezcan en el aire o que viajen distancias más largas.

En 2007, se publicó uno de los primeros trabajos que pusieron a prueba los efectos de las condiciones ambientales en la transmisión viral. Este estudio analizó cómo se propagaba la gripe en cobayas con infección adquirida en laboratorio. Las temperaturas altas y la humedad elevada ralentizaban la propagación de la gripe; cuando los niveles de humedad eran muy elevados, la propagación del virus cesaba por completo. El aire cálido tiene más humedad, lo que impide que los virus recorran distancias largas como ocurre cuando el aire es seco. En condiciones húmedas, las gotitas líquidas de una tos o un estornudo recogen más humedad. Finalmente, al ser demasiado pesadas para mantenerse en el aire, caen al suelo.

Otros estudios, que no fueron realizados en laboratorios, presentan resultados similares. Sin embargo, se han registrado más casos de gripe en algunas regiones tropicales durante la estación lluviosa, ya que la gente también suele quedarse dentro de sus casas en este periodo.

Otra de las hipótesis planteadas sugiere que la baja humedad, condición común en invierno, afectaría el funcionamiento de las mucosidades nasales que usa el cuerpo para atrapar y expulsar cuerpos extraños, como virus o bacterias. El aire frío y seco puede secar el moco y hacer que pierda eficacia a la hora de atrapar un virus.

Ian Lipkin, director del Center for Infection and Immunity (Centro de Infección e Inmunidad) de la Universidad de Columbia, e investigador del nuevo coronavirus, sostiene que la luz solar -que existe en menor medida en invierno-, también contribuiría a debilitar los virus que han quedado en las superficies.

“La luz UV descompone el ácido nucleico y podría decirse que casi logra esterilizar las superficies. Por lo general, si estás al aire libre, estás más protegido que si estás en un lugar cerrado, simplemente por esa luz UV”, afirma.

De hecho, la luz UV tiene tanta eficacia a la hora de matar bacterias y virus que, en los hospitales, suele usarse para esterilizar los instrumentos y equipos médicos.

¿Qué nos aporta esto en relación con el nuevo coronavirus?

Aunque el coronavirus y la gripe son infecciones respiratorias, la información sobre el SARS-CoV-2 no es suficiente para predecir si presentará los mismos patrones estacionales.

Para saber más acerca del coronavirus, los científicos están analizando brotes comparables como los de SARS y el MERS. El SARS, que empezó a propagarse a finales de 2002, se asemeja en un 90% al virus actual. El brote de SARS comenzó en noviembre y se extendió hasta julio, lo que, según Weston, solo insinúa una estacionalidad y es posible que la propagación haya frenado debido a la intervención temprana. En otras palabras, ¿desapareció con la llegada del calor o simplemente los tratamientos y la prevención resultaron exitosos?

El MERS comenzó en septiembre de 2012 en Arabia Saudí, donde las temperaturas suelen ser altas. A diferencia del SARS, nunca pudo frenarse del todo y, de vez en cuando, se registran casos nuevos. El nuevo coronavirus también ha empezado a circular a nivel local por Oriente Medio, sobre todo en Irán y en los Emiratos Árabes Unidos.

“No tenemos pruebas firmes de estacionalidad en el caso del MERS”, explica Weston.

Así pues, se desconoce si el SARS y el MERS son, en verdad, estacionales y si este virus imitará al SARS. Weston afirma que su laboratorio está trabajando en el desarrollo de tratamientos y vacunas para el virus; sin embargo, advierte que es probable que tarden un año o más en lograr que estén disponibles.

Y ahora, ¿qué pasará?

Marc Lipsitch, epidemiólogo de Harvard, no cree que los cambios meteorológicos incidan demasiado en la propagación del virus. Ya se han registrado casos del COVID-19 por todo el mundo. Y si es parecido al virus de una gripe común, podría empeorar en regiones del hemisferio sur cuando cambien las estaciones.

David Heymann, de la Facultad de Higiene y Medicina Tropical de Londres, afirma que no se sabe lo suficiente sobre este nuevo virus como para predecir sus efectos según los cambios de condiciones meteorológicas.

“El riesgo de hacer determinadas predicciones sin basarse en pruebas es que, de ser erróneas, podrían dar una falsa sensación de seguridad”, comenta Heymann. “Hoy, lo más importante es concentrarse en frenar el virus y, en última instancia, eliminarlo”.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la probabilidad de contagio es mayor cuando las personas muestran síntomas. Sin embargo, algunos expertos sospechan que las cifras oficiales podrían estar subestimando la cantidad de personas infectadas, ya que no todos los infectados desarrollan una enfermedad grave.

“Solo analizamos los casos más graves”, afirma Weston. “Es probable que haya más personas infectadas”.

Muchos expertos sostienen que es probable que el SARS-CoV-2 se vuelva endémico, y que se sume a los otros cuatro coronavirus que provocan resfríos leves, o que se consolide como un riesgo sanitario estacional, como la gripe.

Para evitar contraer una enfermedad viral, la Organización Mundial de la Salud recomienda lavarse las manos con frecuencia, evitar el contacto con personas que muestren síntomas como tos o estornudos y acudir al médico ante cualquier indicio de enfermedad.

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