Amonites: qué son y cómo llegaron a gobernar los mares prehistóricos

Alguna vez, la Tierra albergó a más de 10 000 especies de estos antiguos depredadores marinos. Descubra cómo vivían, cuándo desaparecieron y cuánto sabemos sobre ellos en la actualidad. 

Por Amy McKeever

Los amonites, que evolucionaron hace unos 416 millones de años, fueron en su día los animales más abundantes de los antiguos mares. Los científicos han identificado más de 10 000 especies, como el Arnioceras semocostatum de la imagen, y utilizan sus conchas para datar otros fósiles.

Fotografía de Breck P. Kent NAT GEO IMAGE COLLECTION

Nombre común: Ammonites/Ammonoids (más conocidos como amonites)

Nombre científico: Ammonoidea

Tipo: Animales prehistóricos

Dieta: Carnívora

Tamaño: Desde menos de 2.5 centímetros hasta más de 2.7 metros de diámetro

Con tentáculos parecidos a calamares que se extienden desde sus distintivos caparazones con múltiples cámaras, los depredadores marinos extintos conocidos como amonites alguna vez estuvieron entre los animales más exitosos y diversos de la Tierra. Los científicos han identificado más de 10 000 especies a partir de fósiles encontrados en casi todas partes del planeta donde alguna vez existieron océanos, desde las Grandes Llanuras de América del Norte hasta las laderas del Himalaya y los glaciares de la Antártida.

Amonites es, en realidad, el término coloquial para los amonoides, un grupo grande y diverso de criaturas que surgieron durante el período Devónico, que comenzó hace unos 416 millones de años. Estos animales están relacionados con otros cefalópodos, como calamares, pulpos y sepias, y fueron los primeros parientes del nautilus moderno. Por su parte, los verdaderos amonites son un suborden de ammonoideos que no aparecieron hasta hace unos 200 millones de años, en el período Jurásico.

Durante su larga historia,  sobrevivieron a tres extinciones masivas, en particular a la extinción del Pérmico, provocada por un calentamiento global con origen en la actividad volcánica hace unos 252 millones de años, y que mató al 96% de las especies marinas del planeta. Si bien muchas clases de amonites se extinguieron en ese evento, los científicos creen que los sobrevivientes se diversificaron explosivamente en el millón de años que siguieron. Se estima que cazaron en los mares hasta que fueron aniquilados por completo por el mismo cataclismo que acabó con los dinosaurios no aviares hace unos 66 millones de años.

Apariencia y comportamiento

Con base en el registro fósil, los amonites tenían una amplia gama de tamaños y formas, desde más pequeños de 2.5 centímetros hasta los más grandes de 2.7 metros de ancho. Algunos tenían conchas largas y rectas, mientras que otras tenían conchas en forma de hélice. La mayoría de las especies, sin embargo, tenían conchas enrolladas revestidas con cámaras progresivamente más grandes separadas por paredes delgadas llamadas tabiques.

A medida que envejecían, les crecía constantemente nuevo material de caparazón pero sus cuerpos siempre permanecían en la cámara exterior. Las paredes que separaban cada cámara ayudaban a proteger el caparazón para que no fuera aplastado. Estaban conectados al caparazón por intrincadas líneas conocidas como suturas, cuya complejidad varió enormemente a lo largo de la evolución de este animal.

Las diversas cámaras de sus conchas probablemente ayudaron a estos cefalópodos a deslizarse a través de los mares cálidos y poco profundos del planeta. Una estructura delgada en forma de tubo llamada sifón bombeaba aire a través de las cámaras interiores del caparazón, lo que hace sospechar a los científicos que ayudó a proporcionar flotabilidad y movimiento. Sin embargo, no está claro si eran nadadores muy eficientes.

Los expertos creían que los amonites, como los cefalópodos modernos, tenían tejido corporal blando con tentáculos adheridos a la cabeza para atrapar presas. La evidencia fósil indica que tenían mandíbulas afiladas en forma de pico para capturar plancton, crustáceos y otros amonites. También fueron presa de reptiles y peces más grandes.

Evolución y extinción

A medida que evolucionaron a lo largo de la era Mesozoica, hace entre 252 y 66 millones de años, sus estructuras de capa se hicieron más pequeñas, más enrolladas y más complejas. Los primeros amonites tenían líneas de sutura simples trazadas a lo largo de sus conchas, mientras que las suturas de las especies del período Cretácico (hace 145 a 66 millones de años) formaban patrones intrincados que pueden haber dado a sus sucesores un mayor control de la flotabilidad.

Los amonites llegaron a su fin hace 66 millones de años, durante el evento de extinción masiva más reciente del planeta. En los días finales del Cretácico, un asteroide de 12 kilómetros de ancho se estrelló contra la Tierra y mató a más de las tres cuartas partes de todas las especies del planeta. Algunos científicos plantean la hipótesis de que estos animales no pudieron sobrevivir a las secuelas debido a la repentina disminución de su principal fuente de alimento: el plancton marino.

Sus conchas se usan en la actualidad como fósiles índice, lo que significa que pueden ayudar a encontrar otros fósiles que se encuentran en la misma capa de roca marina. Estos cefalópodos son fósiles índice ideales porque son abundantes, están muy extendidos y sus diversas especies vivieron durante distintos períodos de tiempo que pueden identificarse fácilmente por sus patrones de sutura. Asimismo, revelan información sobre climas antiguos, ya que los sitios donde se desentierran deben haber estado alguna vez cubiertos por mares antiguos.

 

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