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Página del fotógrafo
Roberto García-Roa
Desde la densa maleza de la selva peruana de Tambopata, una mosca se convierte en la plataforma de lanzamiento de uno de los hongos entomopatógenos más especializados de la naturaleza: Ophiocordyceps dipterigena. Este hongo secuestra el comportamiento de la mosca, guiándola hacia un lugar ideal para el desarrollo fúngico. Tras la muerte del insecto, su cuerpo da lugar a estructuras portadoras de esporas que se rompen en el aire liberando agentes microscópicos de infección en busca del siguiente huésped.
Atrapado entre la vida y la descomposición, este saltamontes, descubierto en la selva tropical de Tambopata, en Perú, fue alcanzado por un hongo. Una fotografía de larga exposición emula el efecto invisible del viento que ayuda a propagar el ciclo vital del hongo de un huésped a otro.
La textura de una hoja se mezcla a la perfección con las protuberancias formadas por un hongo del grupo Akanthomyces a lo largo de la sección dorsal de una polilla. Congelada en el tiempo tras su último vuelo, la polilla permanece completamente adherida a la última hoja que la vio con vida.
Los hemípteros se benefician de los hongos. Sobreviven gracias a la savia, una fuente de nutrientes rica en azúcar y agua, pero muy deficiente en aminoácidos. Para compensar, dependen de relaciones simbióticas (típicamente con bacterias) que sintetizan los aminoácidos esenciales que necesitan para sobrevivir. En algunos casos, los hongos Ophiocordyceps han sustituido a estos simbiontes bacterianos.
Conservada en el Museo de Historia Natural de Dinamarca, esta hormiga es portadora del legado de uno de los hongos más emblemáticos jamás documentados: el Ophiocordyceps, “hongo zombi de las hormigas”. Observado por primera vez por Alfred Russel Wallace en 1859, el hongo se infiltra en el sistema nervioso de las hormigas, obligándolas a trepar a zonas elevadas, puntos de lanzamiento ideales para sus esporas infecciosas.
Aferrada a una hoja en la Amazonia peruana, una polilla se convierte en huésped de un hongo. Un hongo brota de la forma inerte del insecto en delgados filamentos conocidos como estroma. Los lepidópteros (polillas y mariposas) son las víctimas más frecuentes de estos silenciosos parásitos forestales.
Ni siquiera los cuerpos más grandes de los insectos ofrecen refugio contra los hongos parásitos. Esta cigarra, convertida en cáscara, ha sido consumida por un hongo. El espécimen forma parte de la creciente colección del micólogo João Araújo en la Universidad de Copenhague, donde los investigadores están descubriendo la inmensa diversidad (y el potencial) de estos microorganismos.