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Una madre langur gris y su cría toman el sol cerca de Jodhpur, India. Los langures viven en grupos de hembras emparentadas que incluyen a sus crías y a uno o varios machos. Las hembras cooperan y las madres primerizas a veces se ayudan mutuamente en el cuidado de sus hijos. Sin embargo, las probabilidades están en contra de los jóvenes langures. Más de la mitad no sobreviven a la infancia antes de caer víctimas de enfermedades, depredadores o de su propia especie. Cuando los nuevos machos se hacen cargo de un grupo, suelen matar a las crías de sus competidores para dar paso a su propia progenie. También se sabe que las hembras secuestran a las crías de las hembras de otro grupo, aunque las madres biológicas arriesgarán sus vidas para intentar recuperar a sus bebés.
Una hembra de zorro volador de cabeza gris cuelga con sus crías en una colonia ribereña en Yarra Bend Park, Victoria, Australia. Las madres suelen tener una sola cría cada vez, que al principio no puede regular su propia temperatura corporal. Durante este tiempo, la madre envuelve a su cría en sus alas. Cuando sale por la noche para alimentarse de frutas, polen y néctar, la cría se aferra a ella, arañando su pelaje y apretando la boca alrededor de su pezón. Cuando las crías son mayores, pero aún demasiado jóvenes para volar, se quedan en los árboles de la colonia. Cuando la madre regresa con comida, ella y su cría se reconocen en el grupo por el olor y el sonido de sus llamadas.
Las crías de hipopótamo se sienten como en casa en el agua. De hecho, a menudo nacen allí, aunque es la madre quien empuja a su cría a la superficie para que respire por primera vez. Aunque los hipopótamos recién nacidos pueden aguantar la respiración menos de un minuto, las crías de 45 kilos pueden mamar bajo el agua cerrando las fosas nasales y las orejas. Estas adaptaciones son esenciales porque las madres hipopótamo pueden pasar hasta 16 horas al día en ríos y lagos africanos con sus crías, o en el zoo de San Diego, donde viven esta madre y su cría. Ambos progenitores protegen ferozmente a sus crías, lo cual es crucial porque pueden morir fácilmente a manos de machos agresivos. Las madres también tienen un lado más dulce: limpian y miman a sus crías. Si su cría muere, las madres incluso muestran lo que algunos científicos interpretan como pena.
Una cría de nutria marina de apenas tres días flota sobre su madre en la bahía de Monterrey, California. Pero aunque la vida parece fácil para esta cría, una madre nutria tiene poco tiempo para relajarse. "Durante el primer mes, es una crianza con apego total", explica Verdolin. "Básicamente, la madre no come ni hace nada: tiene a su cría en brazos todo el tiempo". Como madre soltera, también se enfrenta a un dilema: tiene que comer para aumentar su producción de leche, pero su bebé aún no sabe nadar. ¿Su ingeniosa solución? Envolver al cachorro en algas, donde puede flotar sin ir a la deriva mientras la madre busca comida. "Es bastante complicado y puede ser peligroso para el bebé", reconoce Verdolin. "Pero están solas".
Los baños termales son un asunto familiar para estos macacos japoneses de Nagano (Japón). El agua caliente es un capricho frecuente para muchos de los llamados "monos de las nieves", ya que les ayuda a desestresarse y a mantener el calor. Para muchos primates, incluidos los macacos japoneses, el acicalamiento refuerza los lazos entre los animales. Esta importante habilidad se transmite de madres a crías para ayudarles a tener éxito en grupos altamente sociales de entre 10 y 100 animales. Estos grupos se organizan en torno a familias dirigidas por hembras, que permanecen en el grupo durante generaciones y suelen transmitir su estatus a sus hijas. Los machos, en cambio, se marchan antes de la madurez sexual para buscar nuevos grupos. Las madres macaco mantienen a sus crías cerca, llevándolas con frecuencia durante el primer año. Pero reciben ayuda. Se sabe que los machos llevan y protegen a los bebés, y los científicos han documentado abuelas que ayudan a criar e incluso a amamantar a sus nietos.
Una escorpión emperador, uno de los más grandes del mundo, lleva a su cría inmadura a cuestas. "Puede que los escorpiones tengan mala prensa, pero las hembras son madres muy atentas", afirma Smiseth. Dan a luz una media de nueve a 32 crías completamente formadas. Estos recién nacidos, de un blanco fantasmal, dependen completamente de su madre durante las primeras semanas de vida. Las crías no necesitan comida, ya que subsisten con los nutrientes que les quedan de la fase embrionaria hasta que pueden cazar por sí mismas. Todos los escorpiones practican el cuidado parental, y quizá por eso existen desde hace cientos de millones de años y viven en todos los continentes excepto en la Antártida. "Los escorpiones fueron de los primeros animales en colonizar tierra firme, y el cuidado de las hembras podría ser parte de la clave de su éxito", sostiene Smiseth.
Una vaquita atrapada en una red de enmalle ilegal en el norte del Mar de Cortés, México.